Capitulo XXI: Es Un Buen Partido 😏

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¡Me muero de la vergüenza!

Tener a mis padres dándome riña por no contarles mi problema amoroso en casa de Raell era el colmo de los abusos. Incluso viviendo de mí.

Me disculpé como mil veces desde que llegamos con mis padres y en ningún momento cesó su molestia. Los entendía, no debí ocultar la verdad tanto tiempo.

—¿Y ahora vives con otro chico que no es tu novio? —susurró mi mamá disgustada.

—Es un amigo mamá.

—Y es un buen partido —comentó mi padre animoso.

—¡Papá! —chille avergonzada. Gracias a Dios Raell había salido para darnos privacidad.

—¿Qué tiene de malo hija? —se defendió—, me agrada el muchacho, además le gusta el fútbol y le va al Barca.

Y con eso ya se ganó su corazón. Por supuesto que si.

—Sé que he tomado malas decisiones y les he mentido, pero deben confiar en mí —les pedí—. Tengo muchas ganas de salir adelante y dejar esto atrás.

—Y te creemos conejita, pero han sido muchas emociones fuertes y queremos protegerte —mi padre me acarició la espalda con amor.

Sonreí con pesar. Me hacían tanta falta.

—Gracias papi, por estar aquí para mí —les sonreí con cariño.

Los amaba muchísimo, ellos hacían tantos sacrificios por mí para que pudiera tener una carrera universitaria y no los iba a defraudar. Cumpliría mi sueños y se sentirán orgullosos de mí.

—Queremos confiar en ti hija pero no vuelvas a mentirnos, somos tus padres y merecemos respeto —puntualizó mi madre severa.

No le discutí nadita su riño, porque no se escapaba de la razón.

Por suerte, platicamos un rato más de mis clases para desviar el tema amargo y ellos me contaron su rutina en Valencia. Me preocupó un poco que mi abuela Mercedes estuviese algo enferma.

—Para Navidad ¿irás a casa verdad? —mamá levantó la cejas expectante.

—Sabes que siempre paso Navidad con ustedes —les aseguré.

—Bueno, lo pregunto porque como últimamente éstas enfocada en otras cosas —el tono reprobatorio de mi madre no cesó.

Suspiré para mis adentros, las cosas estarían así con ella hasta que logre quitarse su cólera. Mi padre en cambio siempre ha sido más susceptible y comprensivo conmigo, de pequeña incluso de joven iba corriendo a sus brazos cuando estaba asustada, o incluso cuando hacía algo mal tenía la confianza de contarle a él en lugar de mi mamá. Hemos tenido más confianza nosotros dos.

Él me aconseja en lugar de juzgar o reñir, es una figura paterna que emana corrección en lugar de quejas y pues, quizás por eso he tenido la libertad de pedirle consejos cuando me siento perdida.

La puerta principal se abrió y Raell entró con varias bolsas de compras en sus manos, fui enseguida ayudarlo y me agradeció en un susurro. Le sonreí en respuesta.

—¿Todo bien? —se aseguró y asentí.

—Tu por lo visto te fuiste de compras sin mí —le reñi.

Se supone que iría con él para ayudarlo.

—Tus padres son prioridad en este momento —afirmó—, además no había casi víveres y como ellos pasarán el día aquí deben tener algo digno para comer.

Fuimos a la cocina y dejamos las bolsas en la encimera. Me le quedé mirando por un momento, sin poder creer lo atento, bondadoso y tierno que es este chico.

Arriésgate Liz. Where stories live. Discover now