Capitulo XXXIV: Aun Dueles

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Por más que me costó creerlo no era un sueño, mi Raell si había despertado, estaba conmigo de nuevo después de tanto tiempo. Fueron horas y horas de hablar y ponernos al día casi toda la noche. Le conté todo lo que había pasado estos meses, porque si, el tiempo había pasado rápido sin saludarnos.

—¿De modo que mi novia tuvo tantos logros y la mitad de ese tiempo estuve dormido? —Raell hizo esa pregunta divertido.

Sé que no era tema de broma, pero así era él. Viendo el lado bueno de la vida.

Que pensándolo bien tenía razón, este tiempo había estado lleno de emociones fuertes. Todavía me sorprendo de mí misma, de la fortaleza que tuve para seguir adelante. Considerando que siempre fui cobarde y eclenque.

—Contaba los minutos para poder estar así contigo, contándote todo —sonreí satisfecha, de ver ese sueño cumplido—. Dios estuvo siempre conmigo.

Estaba acostada con Raell en la cama del hospital, acurrucada en su pecho. Pronto le darían el alta gracias a Dios.

—Hablas de Dios diferente, con más amor —notó el cambio. Todavía no le digo mi decisión de servirle.

—Es que todavía no te digo —guardé silencio y me miró espectante—, acepté a Dios en mi vida y la semana próxima asistiré al bautizo que organizó la iglesia —le conté.

Sus ojos se iluminaron, primero parpadeo como asimilando la información y luego su sonrisa confundida me llenó el alma.

—¿Esto es un sueño o de verdad lo estoy escuchando? —se dijo así mismo jugando conmigo.

—Es tan real como que hoy estamos juntos de nuevo así, amándonos.

Dejó un beso en mi frente y me preguntó cómo fue mi proceso con Dios, para tomar esa decisión. Le dije que ni yo misma sabía, solo que todo este proceso de él en coma me hizo confiar, esperar y tener fe.

—Entonces valió la pena casi morir —dijo. Sus ojos atentos a los míos—. Si fue mi accidente lo que te llevó a los pies de Cristo.

—No fue fácil Raell y hubiese preferido llegar bajo otras circunstancias —fui sincera—, pero ahora entiendo que Dios hace como quiere y está bien.

—Entonces seré el novio más orgulloso viendo a mi novia bautizarse —dijo y sonreí.

—Ese fue mi mayor anhelo, le pedí con todas mis fuerzas a Dios que tu estuvieras ese día y mira, si estarás.

—¿Ahora entiendes por qué amo tanto a ese Padre que está en los cielos?

Asentí, sabiendo que si no lo vives, entonces no eres capaz de entender su amor incondicional.

Luego de varios minutos nos quedamos dormidos, mi alarma sonó a las seis en punto y no quise despegarme de Raell, me quería quedar así con él abrazada a su pecho sintiendo su calor protector. Pero había que cumplir con los deberes y a él debían hacerle varios estudios todavía.

—¿Vas a la oficina? —preguntó cuando me vio arreglando mi cabello.

Ya había logrado salir de la cama después de tantos arrumacos suyos y ganas de quedarme con él.

—Si, Andrew y yo seguimos con el proyecto a pesar de tu ausencia —lo puse al tanto.

—Agradezco tenerlos en mi vida, son mi luz aunque haya oscuridad.

Me acerque a él, a sus labios.

—Hasta que mi luz deje de brillar ¿recuerdas?

Sonrió, dejando un beso en mis labios. Suspiré plenamente, sabiendo que nunca me cansaré de esto.

Arriésgate Liz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora