Capitulo XVI: Te Casas Y Punto

46 15 114
                                    

El despertador sonó puntual como todos los días

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El despertador sonó puntual como todos los días. 5:00am. Bostezo y miro el techo para apaciguar la somnolencia y el cansancio, últimamente no estoy descansando lo suficiente.

Entonces Liz viene a mi mente enseguida y cierro los ojos imaginando que está aquí conmigo en este momento, que su cabeza reposa en mi pecho, ambos sumergidos en la sábana como solíamos hacerlo.

La extraño, que digo extraño, la necesito para poder seguir con mi vida. Es un sentimiento de aflicción y vacío que me acompaña desde que no la tengo conmigo, me hacen falta sus mensajes, sus llamadas, su risa e incluso sus peleas. Nadie jamás podrá llenarme ni complacerme como ella, esa testaruda chica logró meterse hasta los tuétanos y no tengo intención de olvidarla.

Ahora que no estoy con Andrea nada podrá impedir que estemos juntos. Ese es mi pensamiento cada mañana y la motivación de mi día.

Me levanto de la cama con pereza y voy al baño para entrar en la ducha, dejo caer las gotas libremente por mi cuerpo y recuerdo la primera vez que estuve con Liz. Siempre tan tímida y penosa, poco a poco fui sacando su lado salvaje y el resultado final no me decepcionó para nada. Compartíamos la misma chispa, su cuerpo se aprendió amoldar a mis manos y no creo que otro pueda hacer lo que yo.

No es arrogancia, es afirmación. Cuando dos personas nacen para estar juntas, con nadie más encajarían.

Y nosotros nacimos para estar juntos...

Tenemos fallas si, discutimos también, pero lo cierto es que ninguna pareja es perfecta y con empeño de ambas partes se puede lograr tener un buen noviazgo.

Termino de ducharme y me envuelvo la toalla para salir del baño, voy en busca de mi celular para comprobar la hora y veo un mensaje de papá que mandó hace quince minutos.

Te espero en mi oficina, estoy aquí.

Bufo con pesadez al leer el texto. Cada día teníamos reuniones en la madrugada antes de comenzar cada uno su rutina.

Me vestí rápidamente y una vez listo salí de mi dormitorio para ir a la oficina de papá. Recorrí los pasillos de nuestra extensa casa y cuando llegué al aposento favorito de mi padre, rodé la puerta corrediza de madera. Allí estaba él, sentado en su dominante silla giratoria.

—Buenos días papá —saludé y ocupé la silla desocupada frente suyo.

El gran escritorio de roble separándonos.

—¿Me puedes explicar como esta eso que terminaste con Andrea? —ese fue su buenos días.

La verdad no me sorprendía que supiera a estas alturas, ya había pasado casi una semana desde que la corté y los chismes corren rápido en nuestro vínculo social. Mucho habían tardado.

—Si, terminé con ella —no lo negué.

¿Qué más da?, igual ya me estaba preparando para este momento con él. Sé que no será fácil.

Arriésgate Liz. Where stories live. Discover now