Capitulo XXV: ¿Y Ahora Qué?

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En la vida nos rodean dos tipos de personas:

1-. Las que te llevan por el buen camino y decides seguirlas con toda confianza.

2-. Las que te arrastran a sus aventuras locas y no puedes decirles que no, porque la culpa te arrastra al punto de acompañarlas y asegurarte que no les pase nada.

En este momento me veía envuelta en la segunda opción.

Andrea siempre se las arreglaba para llevarme hacer su voluntad de una forma inocente que luego llegaba a otro extremo.

Era sábado y desde la mañana me sacó de mi aposento para llevarme al centro comercial de compras, luego almorzar, después a casa de sus padres (si, se reconcilió con ellos), y henos aquí ahora, en una disco de madrugada tomando margaritas desde que llegamos con su tóxico grupo de amigas.

¿Cómo terminé aquí? Por mi buen corazón y mi severo problema con la palabra No.

No entiendo porque me costaba mucho negar algo muchas veces.

-¿Y le estás exprimiendo la billetera a tu papá como compensación por lo de Aaron? -Marlene le preguntó a Andrea juguetona.

-De alguna forma tenía que pagar mi perdón -dijo ella encorvada-, no me siento orgullosa pero se lo merecen por jugar con mi vida de ese modo.

-Estas chafada Andi, ni todo el dinero paga tanta humillación -opinó Pamela. Otra chica del grupo, a quien apenas le presté atención hoy.

Ésta salida sólo era de chicas. Ya teníamos un buen aquí.

-¿Y tú fuiste su telonera? -me preguntó Marlene con infula de creída.

La miré con mala leche.

-¿Qué te hace pensar que puedes hablarme? -solté impertinente.

Ella arqueó una ceja.

-¿Disculpa?

-Lo que oíste, me caes fatal y no voy a fingir que me agradas -espeté, ignorándola.

-Aparte de pobre, arrogante -soltó y me enfureci.

Tocar mi carácter con unos tragos demás era mala idea.

-Al menos no soy la zorra del grupo -balbucee, dando otro trago a mi margarita.

Con su mirada casi me arranca las mechas.

-¿Dejarás qué ésta me trate así? -le preguntó a Andrea.

-Tú empezaste Marlene -esa fue su respuesta.

Marlene quedó boquiabierta en su lugar.

-¿Estas defendiendo a ésta aparecida en lugar de a mí? -sonó ofendida.

-Es que eres una pesada amiga, las invité a relajarnos no a pelear -Andrea rodó los ojos.

Marlene quiso protestar pero se obligó a cerrar la boca y mantenerse callada. Gracias al cielo. Otra babosada suya y mi mano aterrizará en su cara dura.

-Vengan, vamos a bailar -Andrea me sostuvo la mano y me arrastró a la pista de baile.

Ahí sudamos la gota gorda, canción tras canción y trago tras trago. Ya estaba bizca pero consciente aún.

Regresamos a la mesa y Marlene nos ofreció otras margaritas, la miré dudosa y Andrea se bebió la suya como agua. Yo apenas di un sorbo. Tanta amabilidad me sorprendía.

Revisé la hora en mi celular y me fijé las diez llamadas perdidas que tenía de Raell. Hostias. Con tanto rollo no le dije donde estaba.

Fui al baño para devolverle la llamada y me contestó casi de inmediato.

Arriésgate Liz. Where stories live. Discover now