[9] Robert B. Banner

569 61 18
                                    

Dobló en una esquina, su cabello se tornó más oscuro, su piel más pálida, sus ojos más apagados, el lado de la chaqueta fue cambiado y no tuvo que hacer mucho más: Era completamente distinto y de aburrida apariencia. 

Las calles burguesas de Estados Unidos eran mayormente pintorescas. El lugar era poco transitado; las personas que rozaron hombros con este Representante en algún momento le fueron totalmente indiferentes. 

Sacó su celular para buscar la dirección cuando dio a enterarse de que el punto de encuentro había cambiado; y como Perú llevaba tan solo un par de minutos caminando, no se quejó. 

Hacía mucho que no caminaba por allí, el esfuerzo había proveído en borrar cada una de esas calles de su cabeza, por su propio bien, lo condujeron a tener que ayudarse de alguna guía.  

Memorizó el camino y se entretuvo suponiendo el tiempo que fuera a tardarse. 

Para cuando llega, se da cuenta de que es demasiado sabio: El centro comercial era enorme, tan enorme como suponía, por lo que suspira ante la idea del ida y venida de su búsqueda. 

Ya dentro, suspira pesadamente por segunda vez: El lugar está repleto de personas, todas varios centímetros más altos que él, dificultándole aún más el encontrar a su cómplice. Llama repetidas veces, no contestan. Perú riñe a su compañero en voz baja mientras deshecha el celular, resignándose a buscar entre el cúmulo de gente. 

Una vez que desaparece, algunos muchachos se presentan, ven este acto con estupefacción, se aproximan al cubo de basura presurosos. 

Porque, si ese hombre guapo no quería el celular, ellos sí. 

Al sacar el teléfono del basurero, sin embargo, se dan con la sorpresa de que está destrozado, desde el centro, como si un solo dedo se hubiera encargado de sacar los cables y la batería del interior. 

Ahora, indiferentes a cualquier aparato electrónico, solo querían ir al gym para alcanzar ese nivel de poder. 

Media hora más tarde Perú, el indiferente y frío ser que partía celulares sin un mínimo de misericordia, se halló así mismo buscando al noruego como un reverendo estúpido

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Media hora más tarde Perú, el indiferente y frío ser que partía celulares sin un mínimo de misericordia, se halló así mismo buscando al noruego como un reverendo estúpido. Caminaba mirando a todos lados en busca de un albino con cara de mongol, girando, tropezando, chocando con paredes y muros. 

Sus pisadas se vuelven más especialmente torpes, y choca. 

Nada brusco, pero al alzar la mirada la sorpresa fue, sino grata, agradable de varias formas. 

"Disculpe, fue mi culpa" se disculpa alguien en inglés, sin girarse aún, arreglándose el traje. 

No hay problema, yo estaba distraído. —Perú agacha la vista mientras se disculpa; sin embargo y por puro reflejo, levanta los ojos discretamente— ¿...Brasil? 

"Oh! Peru!" 

Brasil sonríe ampliamente y no teme alzar la voz cuando nota con quién se ha chocado. Y aun después de ese acalorado gesto, la piel del hombre se eriza, no sabe qué más hacer, puesto que abrazar al muchacho más bajo se siente prohibido; entonces sonríe más, tratando de transmitir cada parte de su emoción en su postura, inclinada a Perú, que aún examina su rostro. 

C A M B I O S [TodosxPerú]Where stories live. Discover now