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—No se preocupen, recién llegan. 

Todos ingresaron, menos dos. 

Los que estaban a medio morir no podían ni abrir los ojos aún, sería inhumano obligarlos. 

—Estoy infinitamente alegre. El joven y yo los guiaremos. Podrán dejar de pelear como salvajes y empezar a pensar gracias a mí. 

El señor se acomodó el traje, como deshaciéndose del polvo que hubiera llegado junto a los visitantes. 

Aunque el ambiente inspirara un aire antiguo, la tecnología que el hombre encendió y dominó sin inconveniente contrastaba espectacularmente la situación, lindo a la vista, pero no querían saber de qué iba la lección aún. 

Los golpes, matutinos en el entrenamiento, aún ardían.

—Si una bestia los viera; si un tiburón les rozara la nariz; si los monstruos de las profundidades los observaran; si su asesino los encontrara junto a la tierra y mal heridos, ¿qué harían? 

El hombre humano giró a mirarlos en cuanto Perú terminó de hablar. 

Ambos, el nuevo entrenador y Perú, no se parecían en nada, un mundo parecía separarlos, pero, sus posiciones y sus miradas clavadas en los Representantes, eran tan diferentes que parecieron afines durante algunos pocos segundos aterradores para quienes lo vieron. 

—Señor, no guardes para ellos misericordia, ya están muertos. 

El hombre ya estaba decepcionado. 

"¿Qué hicimos mal ahora? ¿Respirar?"

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—¿Saben qué son?

"¿Filosofía, psicología? ¿En serio?"

—Para ti, sí, tú, pedazo de ignorante. —El tutor no parece muy interesado en el hecho de haber insultado al representante de toda una nación.

Pero, vamos, todo el mundo ya lo ha hecho.

—¿Saben de qué están hechos? ¿Qué les recorre las venas? ¿Por qué las pequeñas heridas cierran en chasquidos? ¿Por qué ven en la oscuridad más absoluta? ¿Su piel, su cabello, su facilidad para cambiar de forma? ¿Y su fuerza? ¿Qué más pueden hacer... y no lo saben?

Sus preguntas generan en el resto dudas no respondidas e incomodidad, llamando su atención y conjeturando de más... Antes de tocar la fibra sensible:

—¿Por qué... no se han muerto?

Los ojos del hombre parecen brillar cuando pregunta.

Sí, ellos mismos estuvieron evitando esas preguntas, y es que temían enloquecer al querer saber, cómo revelaban los ojos de este. 

—Ya no tenemos ningún cuerpo, lo que sabemos se recolectó de viejos escritos y estudios en vivos, así que no pregunten. 

Sí, sí, no querían ver ningún cadáver en su lento proceso de descomposición.

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—El récord mundial humano de velocidad es de 45 km/h —señala Perú, manipulando el holograma—, ustedes podrían correr el triple de eso desde su adolescencia por alrededor de 3 minutos y medio, sin descanso. 

Bien, hace mucho que no corrían; algunos tenían que admitirlo. 

—La cantidad de fibras musculares de contracción rápida y lenta habrían de ser gigante entonces —suponiendo que sus cuerpos tenían las mismas fibras—, y su altura es un marcador ventajoso. 

C A M B I O S [TodosxPerú]Where stories live. Discover now