[12] Doce años y un poco más

533 58 28
                                    

Ahí estaba, frente a lo que pudo evitar por once... doce años y un poco más. Todo a la basura. Disfrutaría aún más la insignificante suma que iba a cobrar como venganza. 

Buscó con la mirada al noruego, lo encontró, y si las miradas mataran él ya estaría muerto.

Arrugó su cara con desaprobación y todas las personas en la reunión lo notaron. Noruega sudó, nervioso, hundiendo las cejas, como intentando responderle del mismo modo. 

Habían algunos que lo conocían, había otros que lo conocían sin recordarlo, y muchos que no sabían en lo mas mínimo de la debida presencia de este Representante irresponsable y vago de cabello rojizo exagerado. 

Los que lo recordaban estaban atónitos, desconcertados de algún modo. 

Caminó con severidad. Doce años habían sido mucho y, sumado a eso los antecedentes de desapariciones de meses, lo volvía peor. Logró ver donde era su lugar al ver al resto de sudamericanos, que apartaron su mirada de él, con furia y confusión por la suya. 

Tomó su lugar que, literalmente, tenía escrito su nombre. 

Ignoró quien estaba al lado suyo y se sentó, poco exhausto. Sin embargo, en cuanto notó la ubicación de su asiento, previno el hecho de que se cansaría de enojarse. Se sentaba cerca de la organización, con una par de papeles de presentación en la mesa: lo presentarían como niño nuevo en preescolar. 

"Es nuevo y viene de muy lejos, trátenlo bien, ¿sí, niños?". 

«¡Qué estupidez!» Aunque se queja, quiere reírse. 

Abrió el portafolio frente suyo, repleto de información que ya tenía; terminó fingiendo leer un rato. Contó algunos segundos, empezó a escuchar pasos detrás de la puerta de roble y vio entrar a una organización apurada. Le miraron mal, pero para más no había tiempo. 

«¿No que tanto querías que venga?» Piensa Perú. 

Desvió su mirada de la ONU, no le interesaban las llamadas de atención que fueran a tirarle con los ojos. El otro en cambio volvió a erguirse, se acomodó el traje y continuó su camino hasta su asiento al centro de la mesa. Caminó sereno, desplegando su clásica aura elegante al caminar. 

Llegó a su sitio y miró a Perú de reojo. 

Dio por comenzada la reunión al golpear el mallete contra su mesa, como si fuera un tribunal. Todos dejaron su alboroto —que realmente había acabado cuando el pelirrojo entró poco estrepitosamente— y levantaron la mirada hacia la organización.

—Buenos días con todos. Es una alegría que llegaran con bien —comienza él—. Como podrán ver... Un Representante se acaba de reincorporar a nuestras reuniones. Perú, un gusto verte nuevamente. 

La organización alzó su brazo en su dirección, invitándolo a presentarse. Él, en cambio, ignoró ese hecho olímpicamente y ladeó la cabeza educadamente, asintiendo. 

La organización refunfuñó internamente. 

Prosiguió, empezando con su rutina de dar su charla para concientizar a los presentes como solía hacerlo. 

Perú fingió prestarle atención mientras exploraba con la mirada el lugar para cerciorarse de su seguridad. Al final, para eso estaba ahí. 

Observó, poco había cambiado desde que se fue, con respecto a las costumbres, claro: Aquella sala de reuniones era completamente diferente, la habían remodelado hasta el último centímetro. 

Miró por el rabillo del ojo una cámara de seguridad. Abrió el portafolio al frente suyo, tomó el lapicero a su lado y disimuló tomar apuntes. Había contado cinco cámaras en el lugar, cuatro en los rincones del salón y una en el techo, exactamente encima de la inmensa mesa en la que se encontraba. Había contado más cámaras camufladas en el resto del salón. 

C A M B I O S [TodosxPerú]Where stories live. Discover now