[13] A pesar de todo

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—Gracias hijo —agradeció al otro lado de la línea, después de suspirar.

En lo casi vacía de la habitación, informaba a su hijo a cargo lo ocurrido; y el menor, informaba el problema en sus tierras que parecía crecer más de lo que se creía posible, aunque ya estuvieran muy mal. Todos y cada uno de sus hijos estaban haciendo todo lo posible para que la situación se mantenga bajo control en esos momentos llenos de desbarajustes y problemas. Así que, cuando se vio a reconoció a sí en ese lugar, el sentimiento sobrenatural que lo atacó lo obligó a bajar la cabeza: sus hijos estaban solos. Otra vez y a pesar de todo lo que pudo prometer. A pesar de decir que volvería lo más pronto posible, de decir que estaría ahí con ellos, era ahora imposible que dijera lo mismo, y eso era frustrante. Les mentía creyendo que lograría lo que prometía, pero no era suficiente. Y se detestaba cada que ellos bajaban la mirada, aceptando la tristeza solo para comprender a su padre cuando los dejaba solos para «protegerlos» de algún mal que resultaba de sus errores al no cuidar de los humanos como se debía.

Eran niños, en ese mundo, eran seres diminutos con una responsabilidad impuesta en los hombros más grande de la que podían cargar, y se supone que solo un buen padre estaría ahí, dispuesto a sostenerlos hasta en el peor momento.

Un mal padre, forma única con la que se describiría, sentía a su corazón quebrarse más de lo que ya estaba al saber que, a pesar de que él era un mal padre, ellos eran buenos hijos; y recordó, con claridad, todo el tiempo con sus hijos, los momentos perniciosos; los momentos apolíneos, y esperó, que por última vez, sus hijos le den la oportunidad de volver. Sin cambios.

—No te preocupes papá, yo me encargo. Si deseas yo les aviso a mis hermanos.

—No, lo mejor será que yo les diga, los llamaré más tarde para poder hablar, gracias Cuzco. A partir de ahora pásame todo el trabajo por archivar, ahora yo me encargo.

—Me niego, padre. —Comienza con su voz burlona—. Yo aún puedo ayudarte con eso, mis hermanos me ayudarán de igual forma, tienes cosas que tratar allá.

—Y de la misma forma me niego. ¿Deseas ayudarme? Haz lo que te digo, será la mejor ayuda. 

—No, yo me encargo. 

—Pásame los tres cuartos del trabajo. 

—Mitad, mitad y no hay tregua, papá —habló firme y un poco burlón el menor. 

Perú sonrió. 

—Hecho. Hablamos más tarde. Cusco, cuídate y cuida a tus hermanos —recalcó, el cusqueño respondió afirmativo, y, como a veces hacía, sarcástico.   

Cortó la llamada, apagó el aparato y lo lanzó al suelo; lo pisó, lo suficientemente fuerte como para quebrarlo sin retorno; lo levantó y lo desechó en el tacho de la habitación.

Si algo había aprendido de esos cambios en las últimas décadas, era que habían ojos y oídos en todas partes. Que si ser un país o un estado era definitivamente peligroso, también significaba que tenía acceso más fácilmente a los problemas y con ello, a sus soluciones. Sin quitar el hecho de que se jugaba la cabeza, de vez en cuando. 

De todo ello, sus hijos aprendieron a saber qué hacer y cómo reaccionar si un problema se les presentaba. Y, aunque quizás sea cruel, malévolo o injusto, saber cuando debían ser... distintos. Y aunque fuera triste, algunos ya sabían jalar de un gatillo. Agradecía profundamente que la situación no se haya presentado. 

Si hacía todo lo que hacía era por sus hijos, su familia, los humanos y, a partir de ese entonces, al parecer de los demás countries, pero ahora directamente

La organización ya sabía que las condiciones que ponía sobre la mesa no solo eran ese par, sería estúpido hasta cierto punto, mas no tuvo que repetirlas porque ya conocía sus términos. Tampoco podían ser demasiado directos contando que aquel "refugio" en donde estaba "toda" la información, se encontraba a la vista de todos, incluyendo a sus aún desconocidos enemigos.  

C A M B I O S [TodosxPerú]Where stories live. Discover now