Capitulo 23: un paso adelante

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Estaban ahí, de pie al lado de cuatro pegasos muy mal humorados con Marcelo, mientras observaban a dos más elevarse por el cielo, llevando consigo a Grover y el cuerpo de Sarahy consigo.

Toda aquella situación se le hacía algo extraña, sospechosa y algo curiosa para su lado oscuro y morbosa forma de ser, pero Mauricio se recordaba que debía buscar cómo equilibrar aquella balanza curiosa que se presentaba ante él sin distraerse por aquellos míseros detalles. No solo se refería a la extraña situación en la cual un caballo odie a un hijo de Poseidón, como era el caso de los pegasos y Marcelo: aunque aquella sospecha perdía sentido si recordaba que conocía a un hijo de Hades que le temía a la muerte, en específico a los muertos fantasmosos. Sin embargo Marcelo iba acumulando acciones extrañas a lo largo de aquella misión y la suficiente antipatía que nació de él al escuchar que fue el primero en reusarse en sacarlos del Hades: si el caballo alado no lo tiraba de su lomo, lo haría él de una patada, eso seguro.

Es así que trató de despejar su deber con respecto a su sentir: una balanza no se equilibraba con la ayuda de sentimientos abstractos que podía nublar su juicio, eso lo sabía perfectamente. Por lo que se mantuvo observando todo a su alrededor buscando alguna respuesta y plantó aquella trampa ponzoñosa al decirle que sospechaba de Bryan. Entonces se había dicho que seguirle el juego a Ela y dividir el grupo, podría dar sus frutos, pero no podía estar cien por cien seguro si aquello saldría bien: esa inseguridad, sabía, acompañaba a Ela.

—Planta la duda en él.

Le había dicho la chica. Bien, el plantaría la duda, pero también haría las cosas a su manera de ser necesario. Se suponía que debía mantenerse bajo perfil, haciéndole creer a Marcelo que desconfiaba de Bryan, pero siendo sincero, solo se le antojaba montar cizaña, no seguirle la corriente a los demás si a él no se le antojaba. Además, tenía la ligera sospecha que le había elegido para aquella tarea por su forma de ser y ante aquella corazonada, no decepcionaría a la chica: no por nada era hija de Atenea.

— ¿Y entonces porque los pegasos están tan molestos contigo?

Lo dijo directo, claro y sin anestesia, se quejó internamente Ela al escuchar las palabras de Mauricio. Vio claramente como él le miraba de reojo con una sonrisa aburrida, perezosa y desinterada, diciéndole claramente que su trabajo había acabado al decirle a Marcelo que desconfiaba de Bryan, sin embargo Ela sospechó desde un principio que haría aquello: le conocía, se la pasaba molestando a Leo y llamando su atención, por lo que sabía de lo que era capaz. Pero, Marcelo también le conocía por esa misma razón, y precisamente por eso le había elegido. Mauricio no se esforzaría en fingir, solo actuaria de ser necesario, y al ser algo impredecible en ocasiones, podría ayudar.

Marcelo solo observó al chico de manera molesta y elevó una de sus cejas un poco confuso por lo dicho, pero trató de no darle importancia al considerar su forma de ser: era hijo de Némesis por favor, era un chico muy volátil para su gusto. No era alguien que le diese mucha alegría tener cerca, le fastidiaba que molestara tanto a Leo, se le acercara como cualquier otro chico con intensiones no claras: como le pasaba en un inicio con Katze. Pero sabía que era alguien de tener cuidado, y más cuando fijaba una víctima, en este caso él.

— ¿Tengo que dar un porqué?

Le respondió de manera desinteresada, encaminándose a su bolso en el suelo y dirigirse hacia uno de los pegasos. Los demás le imitaron mirando a ambos. Bryan por dentro queriendo retorcer el cuello de Mauricio por lo dicho, aun sin saber o comprender por que Ela había propuesto a semejante hiedra venenosa a colaborar.

—No sé, tú dime como hace un hijo de Poseidón para llevarse así con un Pegaso.

Las palabras de de Mauricio fueron acompañadas con un bufido por parte de unos de los pegasos, quien se alejaba de Marcelo, caso como si dijera: "¡Oh amigo, no sabes cuánto lo detesto!". Marcelo miró de reojo al chico, se alzo de hombros y se acerco al Pegaso quien se quejó por tenerle cerca, sin prestar atención en cómo se removía molesto, pero del mismo modo, se mantenía a su lado sin atreverse a tocarle o agredirle, como si estuviese obligado a hacer aquello.

La Tercer Gran Profecía.Where stories live. Discover now