Capitulo 12: La desconfianza acecha.

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Campamento Júpiter, San Francisco, Estados Unidos.

—Vuelve a repetir lo dicho y juro por los Dioses que...

—Ya cállate.

Espetó el chico frente a ellos, quien era uno de los pocos campistas que era capaz de generar un ambiente de inquietud e intimidación solo con su aspecto físico. No era precisamente porque el chico fuese tan feo como el cíclope que les había atacado en el campamento mestizo, en realidad, ni siquiera fueron capaces de ver su rostro gracias al casco de pesado hierro que portaba, que incluso; les hacía sentir pesado el cuello a todos. Sin embargo, la estatura que poseía provocaba que todos tuviesen que elevar significativamente su cabeza para mirar al casco que portaba en su cráneo, el intimidante ancho de sus hombros como evidencia de un posible duro entrenamiento, el mandole gigante que portaba en sus manos como si fuese una ligera tabla de madera y la manera un poco tosca de dirigirse a ellos, les hacía sentirse inquietos: calculaban que al menos media unos dos metros de altura. En aquellos momentos, parecía alguien peligroso con actitud de pocos amigos que no les dejaba ingresar al campamento Júpiter fácilmente.

Leo se limitó a gruñir con molestia, mientras llevaba sus manos a cada lado de su cabeza buscando alivio al serio dolor de cabeza que manejaba en aquellos momentos. Por otro lado, tanto Jimmy como Javier se encontraban de pie frente al cuidador de la entrada del campamento, con aspecto de completo de fastidio. Evidentemente habían ingresado a una discusión sin sentido por no dejarles entrar. A un lado de ellos estaban plantados Majo, Emiliano y Dulce tratando de calmar a sus amigos, pues sabían que la idea era ingresar tranquilamente al sitio, no causar un enfrentamiento entre ambos grupos: en especial viendo que estarían en clara desventaja de ser así.

Si bien, las tensiones entre los griegos y romanos habían disminuido luego de los sucesos de la profecía de los siete, años atrás; ciertas rivalidades eran difíciles de disipar luego de siglos de disputa. En aquellas circunstancias, sabían que malos entendidos podía llevar a un enfrentamiento que seguramente los pretores y el Señor D no estarían complacidos de dejar pasar, por lo que debían ser flexibles a la situación en la que se encontraban. No les dejaban ingresar debido a las desapariciones sufridas en los últimos meses, eso sin importar que hayan avisado su llegada, lo cual podía llevar a un descontento por parte de ellos, quienes agotados y cansados deseaban una vez por todas caer sobre cualquier superficie blanda que les permita dormir tranquilamente y por completo seguros de que no les atacarían. Pero los encargados de custodiar la puerta no les permitieron el paso. El otro chico en el puesto se llegó a retirar en busca de alguno de los dos pretores de la Legión para conseguir su consentimiento de acceso, el otro, se encontraba muy atento en no permitirles el paso.

En medio de todo aquel revuelo, había llegado a una discusión sin sentido, en donde el chico que custodiaba la entrada con dificultad les respondía y si lo hacía, les lanzaba alguna frase de manera escueta y demoledora.

—No, los griegos no son dignos de pasar al campamento sin autorización.

Les había dicho sin más, provocando que más de uno en el grupo se crispara. De aquel modo, habían llegado al momento inicial, agregando a la escena a una pequeña Daniela tratando de contenerse por el enfado que le había provocado aquellas palabras. Pau y Jacob se mantuvieron al margen, molestos pero distantes al igual que Leo.

—Vuelve a repetir lo dicho y juro por los Dioses que...

—Ya cállate.

El aliento de Javier se vio contenido en un claro estado de agonía y enfado al ver cómo le había silenciado sin más. Su cuerpo tembló en desesperación mientras Dulce trataba de contenerlo a su lado, sujetando su brazo buscando enviarle estabilidad con su parecencia: fallando claramente en el intento.

La Tercer Gran Profecía.Where stories live. Discover now