Capitulo 16: buscando una salida, suspendidos continuamente hacía la muerte

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—Siento como si hubiese vendido mi alma.

Murmuro en voz baja Ela, mientras sostenía el hilo entre sus manos, que, de tal manera brindaba ayuda a Bryan, quien se mantenía observando de manera atenta la entrada del inframundo que encontraron en medio de la ciudad.

Confesaba que la sorpresa la embargó con fuerza, al ver la manera en que Bryan invocó un fantasma y a un esqueleto. Como semidiosa no era nada sorprendente que trajera consigo un fantasma en el bolsillo, simplemente que los métodos la habían impresionado de cierta manera al ser la primera vez que observaba una escena como aquella: empezando con que necesitó de unas cuantas cajitas felices para lograrlo, muy en el fondo sintió que era una fiesta de niños y no una invocación de un infernal hijo de Hades. Sí, ya podía asegurar que los seres humanos se alimentaban con malvados instrumentos de invocación de fantasmas y espíritus: el bendito payaso de la cadena de comida no se veía terrorífico porque sí.

Una fosa en el suelo en el lugar más escondido de la entrada al inframundo, un ritual (como ella lo llamaba) organizado por Bryan y las cajitas felices fue lo que necesitaron para que un fantasma apareciera frente a ellos. Podía asegurar que toda aquella situación se vería como unos cuantos niños jugando a ritos satánicos para los mortales comunes y corrientes y así era. Pudo observar a una mujer pasar por aquel sitio, le vio hacer un signo de cruz con sus manos sobre su pecho y huir a toda velocidad: si no se apresuraban, no sería nada raro ver a la policía acercarse al lugar.

La cereza del pastel había sido el momento en que Marcelo había caído temblando al suelo, no pudo comprender el porqué de su reacción y mucho menos la mirada que le dirigió Bryan al verlo, es decir: esperaba algo parecido de parte de Grover.

— ¿Qué tienes? —Había preguntado Bryan, tratando de disimular su incomodidad ante la situación, sin embargo, no paso desapercibido para Ela.

—N-nada...—La voz temblorosa de Marcelo vino acompañada de un intento por reincorporarse.

—Te ayudo. —Bryan en aquel momento había dejado en segundo plano al fantasma frente a ellos, quien también observaba la escena de manera seria, para acercarse a él y ayudarle.

— ¡No te acerques! —La fuerza en el grito de Marcelo hizo que todos se sobresaltaran. —Es decir, puedo solo.

—Al menos deja que te ayude.

Fueron las ligeras palabras por parte de Grover, quien se acercó al chico de manera precavida y esperando que Marcelo reaccionara igual. Muy por el contrario, el chico dejó que el sátiro se acercara a él y le ayudase a incorporarse. Ambos se retiraron ligeramente de ellos, mientras tanto Ela no podía explicar todo aquello. Noto además que, Bryan observaba al chico de manera extraña, miró de reojo a Val y la chica simplemente siguió a Grover y a Marcelo.

—Vaya adquisición tienen por acá.

La voz del fantasma hizo referencia a Marcelo. El mismo observaba también a Marcelo con una mirada que no logro describir por sí misma. Bryan simplemente se alzo de hombros dejando de lado el asunto y confundiéndole, pues pensaba que el suceso le había importado demasiado como para hacer aquello.

Con el fantasma pudo intercambiar algunas dracmas por un estambre de hilo rojo, que a su parecer, era bastante: 30 dracmas en total. Parecía que Hades no daba pagas muy reconfortantes allá abajo. Aquel ser les explicó cómo usar el hilo, quienes estaban dentro del laberinto debían sujetarse a este sin perderle de sus manos y ellos por otro lado, debían apegarse también para poder dirigir a sus amigos hasta la salida, algo así como un hilo conductor que se alimentaba de la energía de aquellos que estaban fuera. Aquello poseía sus riesgos, primero: una sola persona no era suficiente, el hilo tragaba energía sin parar y muy rápidamente podría desgastar a aquel que estuviera encargado de la tarea, lo que quería decir aquella situación, es que una faena como aquella debía hacerlo un grupo como el de ellos. Segundo: no podían soltar el hilo, de lo contrario este desaparecería y con ello, una alternativa de salir del laberinto y del inframundo. Tercero: era complicado dirigir el hilo hasta sus amigos sin que alguien más ingresara, haciendo aún más complicado aquella tarea, el hilo no cobraba vida y además también corría el riesgo de que esa persona también se perdiera y al mismo tiempo, perder apoyo desde fuera. Por otro lado, quienes estaban dentro del laberinto debían mantenerse siempre atados al hilo o de lo contrario el laberinto los tragaría por completo y no les dejaría salir.

La Tercer Gran Profecía.Where stories live. Discover now