Capitulo 1: Tu y yo, y nadie más.Parte sin título 2

234 16 37
                                    

— ¿Podrías dejar de moverte por un segundo Dulce?

El reclamo retumbo en sus oídos y la hizo detenerse en su interminable inquietud. Dulce observo a Daniela, el entrecejo fruncido y su mirada furiosa la hizo mentalizar que quizás si estaba siendo bastante fastidiosa e inquieta.

—Si sigues así, terminaras dejando un enorme agujero a tu camino.

— ¿Y? tal vez serviría como mi tumba. —Le respondió Dulce de manera agotada.

Llevaban horas esperando a que Quirón y el señor D salieran de la sala de la casa grande y les avisara o brindara alguna información por lo ocurrido. Dulce no podía evitar moverse de aquí para allá con ansiedad, mientras Daniela se mantenía inquieta a un lado de la pared, observando el andar de su amiga y estresarse a morir al verla.

Habían salido de misión una semana atrás. Debían encontrar alguna pista de los tres chicos que habían desaparecido durante una misión con los líderes de la cabaña seis, tres y once. Debido a ese suceso a Leo, Emiliano y Marcelo les habían prohibido la salida del campamento: ahora era el turno de ellas averiguar.

Habían salido en un grupo de tres. Dulce se había sentido alegre al saber que en su grupo estaría su amiga Daniela, con ellas había salido Alex, un chico de la cabaña once y hermano de Emiliano y novio de una de las hermanas de Leo. Estuvieron en varios sitios, entre ellos el campamento Júpiter, descubrieron que otros cinco semidioses habían desaparecido en el mismo lapso de tiempo en que lo habían hecho los chicos del campamento mestizo.

Terminaron en un oscuro y frió almacén al intentar huir de las arpías que los habían atacado en un autobús. En algún momento los tres se llegaron a preguntar la razón por la cual estos seres tenían la afición por atacar a desprotegidos semidioses armados cuando estos estaban en público.

—Una inocente persecución antes del almuerzo. —Había respondido en aquel entonces Alex, su compañero de misión.

Antes de siquiera reaccionar a sus palabras, los tres se vieron envueltos en una penumbra aterradora. Por instinto ambas se habían sujetado de las manos, poco después Dulce sintió como algo halaba de Daniela.

—Oye caramelo, algo tomo mi tobillo...—Sin terminar su frase sintió como algo la halaba con fuerza. — ¡Dulce me raptan!

El grito hizo que el terror subiera. Dulce tomo con fuerza de las manos de Daniela aun sin poder ver por la espesa oscuridad, lo que fuera que la tuviera sujeta del tobillo la halaba con fuerza. Ambas empezaron a sudar y sus manos empezaron a resbalar, el grito de histeria de Daniela la hizo saber que realmente la chica estaba asustada.

— ¡No, no, no! ¡No me sueltes Dulce! —Sintió como su amiga le soltaba su mano izquierda y la sujetaba de su chaqueta. — ¡Dulce no me sueltes! ¡Juro por el estigio que si me sueltas te mato Dulce! ¡Me quedo sin pie!

Daniela empezó a removerse de histeria intentando golpear lo que sea que la estuviera sosteniendo. Su pie derecho estaba inmóvil y atinaba a golpear el aire con su pie izquierdo, haciendo la tarea de Dulce aun más difícil. Sentía como el dolor subía por su pierna: lo que sea que la estuviera halando pensaba que era una muñeca desarmable.

— ¡No te muevas! —Reclamo Dulce con dificultad, sintió como empezaba a resbalarse y el abrigo a romperse. — ¡Daniela por el amor a los Dioses, quédate quieta!

— ¡No! ¡Me voy a morir! ¡Un fantasma me va a comer!

— ¡Los fantasmas no comen! —Le corrigió Dulce, ahora tomándola del cuello de su camisa y su cabello. — ¡Los que comen son los zombies!

La Tercer Gran Profecía.Where stories live. Discover now