Capítulo 27

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POV Alexander.

3 años atrás

Bajé con ropa cómoda al garaje para reparar la motocicleta de Amelia con las piezas que había traído de la pista, era media semana, Karin se encontraba en el colegio y le había prometido que la dejaría estar con su mejor amiga, que era mi novia.

Miré la motocicleta un rato, pensando en quién pudo haber hecho esa peligrosa broma de muy mal gusto, sentí ese mismo sabor amargo en mi boca que sentí cuando Amelia me dijo que no tenía frenos, inconscientemente apreté los puños hasta que la sangre dejó de fluir con normalidad.

Luego comencé a trabajar desarmando las piezas dañadas y remplazándolas con las nuevas, al fijarme en una pieza que se encontraba cerca del cable de frenos observé una inscripción realizada con un filo, con curiosidad la quité para verla mejor y lo que vi me dejó de piedra.

Alexander Moore

Eso era lo que decía, alguien estaba detrás de mí, pero ,¿quién?, Amelia no podía tener enemigos así que tenía que ser alguien que me odiara a mí, ¿quién?, no me relacionaba con los demás estudiantes, no conocía a nadie en el colegio, no había grabaciones de ese día, no tenía manera de saber de quién se trataba, pero lo que sabía era que habían tratado de hacerle daño a Amelia por mi culpa, no podía permitir que le pasara algo, no a ella, no de nuevo.

Dejé la pieza a un lado y terminé de arreglar la motocicleta de Amelia, Karin llegó tarde así que no vio la pieza que ocultaba en mi habitación, pensaba en decirle la situación a Amelia, aún no me sentía listo para hablar de Rusia, pero su seguridad era otra cosa y si era necesario tendría que contarle lo que sucedió allí, así entendería mejor la posición en la que me dejaba todo este asunto, era una situación delicada.

Se acercaban los finales y luego de eso ella viajaría para la universidad, estando tan lejos no podría protegerla, siempre podía llevarme el trabajo, pero aun así tendría que salir a las demás sedes, me sentía acorralado y aún más sin saber a quién me enfrentaba, me sujeté la cabeza con las manos, la frustración me estaba causando un terrible dolor de cabeza. No estaba dispuesto a permitir que le hicieran daño, mañana hablaría con ella. 

Era jueves por la tarde, fui a recogerla al colegio y la esperé recostado en mi auto mientras observaba la salida y analizaba quién podría estar detrás de Amelia, pero todo se veía normal, algunas chicas con sus grupos, los chicos del equipo de fútbol americano presumiendo sus uniformes. Tenía mi expresión seria, incluso enfadada al pensar que alguno esos fuera el bastardo que siquiera pudiese pensar en hacerle daño, pero en cuanto la vi salir sonriendo al lado de Karin, mi expresión se suavizó notablemente.

La recibí en mis brazos con una sonrisa mientras Karin decía algo sobre prestármela por hoy y un acuerdo de días, en realidad no le puse atención, Amelia lograba tenerme embobado con su belleza, esos bellos ojos verde oliva, su mirada traviesa y su arrolladora sonrisa calentaban mi frío y solitario corazón, cómo podía dejar que alguien lastimara a semejante ser tan hermoso, tan transparente, tan real y sincero, ¡no, de ninguna manera lo permitiría!

—¿No me vas a saludar?— exigió coqueta.

—No lo sé, déjame pensarlo— fingí que lo pensaba mientras la miraba por el rabillo del ojo.

Ella me tomó del cuello de mi camisa como el día de nuestro primer beso, acercándome a ella.

—No acepto un no, por respuesta señor Moore.

Sonreí.

—Entonces déjeme complacerla señorita McCall —dije iniciando un beso— es usted muy sagaz mi bella novia— adulé al separarnos.

Desde ceroWhere stories live. Discover now