Capítulo 33

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Conducía sobre la autopista a altas velocidades, si algún oficial vial me encontraba tendría problemas, pero no me importaba, me encantaba sentir el viento en mi rostro los cambios de velocidad de la moto y el rugido del motor o en este caso motores, detrás de mí me seguía Karin, que a su vez era seguida de Sammy, Dylan, Trish y en el auto que nos cuidaba la espalda, Derek, había pasado ya un año de aquel fatídico día que aún provocaba rastros de miedo, tristeza y dolor en mi pecho.

—Te estás volviendo más lenta Amelia —dijo Karin por el auricular.

—Solo les estoy manteniendo el ritmo tortugas —aclaré defendiéndome.

—Menos palabras y más acción señoritas —increpó Dylan.

—Esto sí me gusta —mencionó Trish.

—Derek, más te vale mantenernos el paso —molestó Sammy.

—Eso déjamelo a mí.

Hice el cambio para acelerar, pero una motocicleta roja se posicionó frente a mí obligándome a mantener la misma velocidad, intenté cruzarlo, pero me cerró el paso.

—A dónde cree que va sin mí señorita McCall.

—Alexander muévete, ésta es mi caravana si quieres unirte tendrá que ser detrás de Trish —refuté.

—Eso es una estafa y yo que te amo tanto Amelia. 

Sonreí ante su tono de voz lastimero.

Un año atrás

—Perdóname hermanita, pero.., yo no puedo llevarte con él— habló Derek en voz baja.

Todo se detuvo para mí, incluso no sentí el latido de mi corazón por unos instantes antes de sentir el dolor en mi pecho, mis ojos se llenaron de lágrimas y negué lentamente con la cabeza.

—No —susurré.

Un nudo me atenazaba la garganta y al verme en ese estado los ojos de Derek se ensancharon.

—No, no, no, no, no, ¡está vivo!, él está vivo, sólo que no admiten vistas— mencionó calmandome y casi me desvanecí en sus brazos.

Sentí que el alma me regresó al cuerpo y lloré, el miedo que había sentido era abrumador, él simplemente me abrazó calmandome hasta que pude caminar, me llevó de regreso a la habitación dónde se encontraba una enfermera con la intravenosa en mano y cara de mamá enojada, cosa que no me importa en realidad.

Me volvió a poner la intravenosa, antes de irse dijo que enviaría comida, la verdad era que mi estómago gruñía como nunca, hacía más de 24 horas que no probaba alimento y eso no pasaba casi nunca, siempre tenía algo en el estómago.

—¿Cuándo me darán de alta? —dije impaciente.

—Mañana... bueno prácticamente en unas horas.

—¿Cómo está él? —pregunté con temor de la respuesta.

—Fue una operación complicada, tuvo otro paro en medio de la operación —una lágrima bajó por mi mejilla al oír aquello— la bala, estaba muy cerca del corazón y de no ser por tu reacción rápida al cubrir la herida no estaría aquí, tiene una costilla rota, también una leve contusión en la cabeza por el golpe, será difícil, pero estará bien —aseguró intentando consolarme.

—De no ser por mí no estaría aquí— hablé.

—No seas tan dura— replicó.

—De haber sido más inteligente me habría dado cuenta que era una trampa y yo lo arrastré a ella Derek — refuté molesta conmigo misma.

Desde ceroWhere stories live. Discover now