Epílogo.

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—Ashley, ven aquí pequeña.

Una pequeña rubia de ojos azules y piel rosada, caminaba tiernamente a los brazos de su padre hasta acurrucarse en su pecho, Alexander amaba que su pequeña se dejará mimar tanto por él.

El estrepitoso ruido a sus espaldas lo hizo darse la vuelta.

Un pequeño castaño de ojos verde oliva, piel ligeramente menos clara, con una cara de enfado buscaba entre los libros que había tirado su cuento favorito.

—Cariño no, no, no, no —mencionó caminando hacia él.

El pequeño al no ver su cuento estaba tirando con todo el peso de su cuerpo hacia atrás, de otra pila de libros que había en un librero bajo.

Apenas alcanzó a llegar para atrapar con su otro brazo al pequeño antes de que esté cayera de espaldas, por el susto comenzó a llorar ocultando su carita en el hombro de su padre, la pequeña Ashley al ver a su mellizo llorar se sintió triste, comenzando a sollozar contra el pecho de su padre, quién en la desesperación de no poder consolar a sus hijos se sentía perdido.

—Tranquilos bebés, papá está aquí, papá los cuida, no lloren por favor, ¿Amelia dónde estás? —suplicó— en que momento pensé que podría hacer esto sin ti, ¿cómo haces ver esto tan fácil?

Flashback.

Por la noche, en la habitación Alexander leía un libro mientras esperaba a su esposa, quién se encontraba en el baño, entrara en la cama.

—Cariño la próxima semana tengo que hacer un viaje de negocios, serán 3 días, hay un proveedor que está dando problemas— comentó Amelia saliendo del baño.

—Dime que necesitas.

Se puso a la disposición de su esposa deteniendo su lectura.

—Separar a los mellizos no es muy buena idea, ¿recuerdas el día que decidiste llevarte a Marcus contigo pensando en que, si solo dejabas a Ashley sería más fácil repartir el cuidado?— dijo Amelia metiéndose la cama.

Sí, en honor al padre de Amelia habían nombrado a su hijo varón de esa forma.

—Tuve que regresar a casa con él luego de dos horas, después de haberse despertado me fue imposible calmarlo— recordó Alexander.

—Lo mismo fue con Ashley que no paraba de sollozar.

—Puedo quedarme con ambos —propuso valientemente.

Amelia lo hacía, ¿por qué yo no podría?, pensó.

—¿Amor estás seguro? —preguntó realmente preocupada.

—Oye también son mis hijos, casi siempre estoy en casa todo el día y cuando no es así apenas llegó ellos lo pasan muy bien conmigo.

—Sí, pero te harías cargo de ellos 3 días completos, ahora comienzan a caminar les gusta bajar todo a su alcance— argumentó Amelia apagando la luz.

—Cariño —imitándola apagó la luz de su mesa de noche— estás subestimándome, soy su padre — replicó acercado a su esposa con un abrazo.

Amelia suspiro antes de ceder, ya que pensaba llevarlos, pero sabía de sobra que no podría con ambos.

Fin de flashback.

Aún faltaba un día y Alexander se encontraba desesperado ya había perdido la cuenta de cuántas veces habían llorado, cuando no era Marcus el que lloraba, era la pequeña Ashley, quién se tropezaba o buscaba a su madre sin éxito, en cuanto Marcus la oía llorar él también se soltaba en lágrimas buscándola y buscando consuelo con su padre.

Desde ceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora