Capítulo 29

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POV Amelia.

La noche anterior simplemente nos quedamos dormidos, Alexander se aferraba a mi cuerpo como si fuera a desvanecerme en cualquier momento, miré la hora y apenas alcanzaba a llegar al trabajo.

—Alexander— acaricié su rostro, pero no se inmutó —Alexander— susurré en su oído.

Sabía que era una zona erógena y que era lo mismo que jugar con fuego, aun así, lo hice, Alexander se quejó aun con los ojos cerrados y sonreí, comencé a dejar besos cortos en su cuello.

—No sabes lo que estás haciendo— se quejó con esa voz ronca.

Hacia tanto no la oía, sonaba un poco más gruesa a la que tenía años atrás, me erizó la piel.

—Debo ir a trabajar, ¡levántate! —me quejé.

—Que se vaya al carajo el trabajo —murmuró.

—Es mi segundo día —repliqué.

—Eres la dueña, date un día de descanso.

Me acercó más a él.

—No Alexander, ¡déjame ir a trabajar!— me quejé de nuevo.

—¿Me pides permiso?— habló en mi cuello.

—Te pido que me sueltes— dije tirando inútilmente de mi cuerpo para salir de sus brazos.

—No, no quiero.

—Le diré a Karin que quemaste el delantal de monitos que tanto le gusta después de haberlo escondido— amenacé.

—No serías capaz— dijo asustado.

—Ah sí, si sería capaz— afirmé.

—Bien —dijo derrotado y a regañadientes— pero por la tarde eres mía.

—Siempre fui tuya Alexander.

Lo miré a los ojos, me dio un beso antes de soltarme y entré al baño, puse el seguro para evitar retrasos. Al salir vi que seguía acostado abrazando mi almohada, entré de puntillas al closet y una vez estuve lista salí para maquillarme.

—Te ves muy sexy así— dijo al verme pasar.

—Tú no te ves muy sexy abrazando mi almohada, te ves tierno— respondí sentándome en el asiento. 

Hizo un puchero que me derritió el corazón.

—¿Te importa si uso tu oficina para trabajar?— preguntó.

—¿Vas a ingresar a las juntas con el mismo traje de ayer?

—Tengo un traje de emergencia en el auto, siempre estoy preparado —dijo arrogante colocándose detrás de mí y mirándome a través del espejo.

—Típico del gran Joven Moore— solté y sonreí.

Sentí sus brazos alrededor de mis hombros más un beso en mi cuello, levanté mi cara para verlo y recibí otro beso ahora en mis labios.

—No hagas planes para esta tarde, hablo enserio, te quiero para mí.

—Te veré esta tarde entonces— acepté.

—Es un hecho— aseguró.

Dejé órdenes de obedecer a Alexander antes de salir de la casa. No pude evitar reír ante la mirada molesta que le dio Misael a Alexander, ya que seguramente recuerda la discusión del otro día, aun así, no dijo nada. 

Cuando volví a casa no había nadie y me extrañó ya que esperaba ver a Alexander, al llegar a las escaleras vi rastros de pétalos de rosas blancas con rojas y sonreí, dejé mis cosas sobre el sofá antes de subir, llevaba puesta una blusa formal de mangas largas, una cinta delgada cerraba en el cuello de mi blusa con un pequeño lazo, falda negra a la altura de las rodillas ajustada, pero lo suficientemente flexible para darme movilidad, medias negras y tacones.

Desde ceroWhere stories live. Discover now