S| ❝WE ARE JUST STRANGERS
FOR YOU, WHY ARE YOU
HELPING US?❞
En donde Alanna se topa con un Alfa que tiene problemas para convertirse, con una cazadora que la persigue su tía muerta y con un chico hiperactivo que está poseído por un e...
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Conseguir que Meredith Walker venga con nosotros fue una tarea difícil, pero no imposible. Y esto porque los encargados de la casa Eichen habían ido a la escuela en busca de ella para llevársela de nuevo a aquel lugar. Con la ayuda del entrenador —quien por cierto, comenzaba a agradarme cada vez más—, sacamos a Meredith de la escuela y fuimos con ella a la casa de Scott, esperando que la chica supiese algo sobre el paradero de Lydia.
Entramos apresurados a la casa, sin embargo, nos detuvimos tan pronto como vimos al agente McCall parado a unos metros de nosotros, con Isaac a su lado en una silla del comedor.
—¿Tú qué haces aquí? —inquirió con brusquedad Scott.
—¿Tú qué haces aquí, más bien? —contraatacó el hombre.
—Tenemos clase libre —me apresuré en decir—. Vamos a estudiar en grupo.
—¿Y quién es ella? —miró a Meredith.
—Ah, es mi novia —mintió Stiles de manera vacilante para luego pasar su brazo por los hombros de la castaña.
—Tú no eres de mi tipo —le aclaró alejándose un poco.
—Bueno... aún tengo que convencerla. Tal vez deberíamos hablar en privado.
—Él sí me gusta —confesó Meredith sonriendo un poco al mirar hacia Isaac, quién no tardó en mirarnos con una ceja levantada.
—Bien, supongo que Isaac también puede venir con nosotros.
Scott le hizo un gesto al chico para que nos siguiera. Los cuatro nos dirigimos hacia el piso de arriba, mientras que Scott se quedó hablando con su padre sobre quien sabe qué. No tardamos en explicarle a Meredith sobre Lydia, y sobre cómo necesitábamos su ayuda para saber donde se encontraba.
—¿Lydia? Hablas de la chica pelirroja —afirmó Meredith, sentada en el borde de la cama de Scott.
—¡Sí, sí! Bien. Progreso —dijo con entusiasmo Stiles—. Ahora sólo tienes que decirnos en dónde está.
—Claro —aceptó la castaña—. Si ella me lo dice.
—¿Si ella te lo dice? —repetí sin entender a qué se refería—. ¿De qué hablas?
—Ah... ¿puedes preguntarle? —cuestionó Isaac con sus brazos cruzados debajo de su pecho y con su cabeza ladeada.
—Ya lo hice.
—Perfecto, ¿y qué te dijo?
—Dijo que... no quiere ser encontrada.
—Fantástico —murmuré ante su respuesta que no nos llevaba a nada.
