Capítulo 24: Te amo

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- No lo hago, eso es lo último que aún me falta contarte. Es la parte donde vos entrás a la historia. El día en que te conocí.

- ¿Cuando comenzamos las clases?- Preguntó León refiriéndose al primer día en que recuerda haberlo visto allí.

- No. Ese día me conociste vos. Yo te vi antes.

- Lo leí en libros... ¿Vas a decirme que me perseguís desde que nací o algo así?

- No, tonto. - Rió nuevamente. - Una noche, estaba buscando de quién alimentarme, acechaba las calles desde lo más alto, por encima de los edificios, saltando desde la cornisa de uno, hasta el techo de otro. No encontraba nada que se vea lo suficientemente delicioso para éste paladar. Hasta que apareció un rubio alto, muy atractivo, que me moría por volver a mi antiguo pasatiempos, estar un buen rato con él y luego saciarme de su sabia. Pero no quería hacerle tanto daño, justo él no parecía merecerlo, entonces me conformaba con extraerle toda esa sangre que bombeaba su corazón.

- ¿Yo?- Preguntó agrandando sus ojos.

- No, otro más lindo que vos.- León lo miró confundido y frunció el entrecejo.- Claro que eras vos, estúpido. ¡No hagas preguntas obvias!

- Perdón.- Rió el rubio, pero Christopher seguía demostrándose alterado.

- Sigo. Lo observé caminando, esperando al momento justo para atraparlo e hincarle los dientes, pero por algún extraño motivo, no podía hacerlo. Lo perseguí más de ocho calles, cuando llegué a contar la octava, perdí la cuenta. Quería saber a dónde se dirigía. De pronto ingresó a un lugar, que parecía ser su destino: la facultad de Biología. Entré detrás tuyo, creo que no te diste ni cuenta.

- La verdad, no.

- Vi que te inscribiste e hice lo mismo después de vos.

- ¿Para qué?

- Para continuar viéndote. No preguntes por qué no te ataqué, ni yo sé el motivo aún.

- Sigo sin entender qué tiene que ver eso con que no mates personas.

- Cuando saliste de ahí, estuvieron a punto de asaltarte.

- ¿Qué?- Preguntó asombrado.- Jamás lo supe.

- Claro que no. Después de salir a la calle también te perseguía, cuando vi a cuatro hijos de puta hablando de vos y acercándose despacio para asaltarte. Dos de ellos tenían navajas y otro una pistola. Al momento de tan sólo imaginar que podían hacerte daño, no lo soporté. Te veías tan lindo, indefenso, perfecto, nadie tenía el derecho de lastimarte. Enseguida me desquicié y los ataqué. Los dejé muertos, en la calle. No tenía tiempo de borrar los rastros, necesitaba volver a encontrarte y no fue fácil. Anduve en varias direcciones, despistado, hasta que reconocí tu olor. Lo seguí embriagándome de él hasta llegar a sentirlo profundamente y me di cuenta de que ese era tu hogar. Arriba había una ventana, así que me asomé y allí encontré a mi ángel rubio, durmiendo en su cama. Hasta hoy no quería aceptarlo, pero me enamoré.

- No... No sé qué decir. Me dejaste impresionado, Christopher. Sos increíble. Te amo. - Habló León otra vez llorando de emoción.- Gracias, ya no sé cómo agradecerte todo.

- Yo debería agradecerte, sos la primera persona que me hace sentir estas cosas. Bien, sigo sin responder tu pregunta. Cuando pienso en asesinar a alguien, enseguida se me vienen a la mente todas las personas que deben amar a quien estoy a punto de matar. Me di cuenta de que, si bien, el que muere no sufre, los que lo rodean y lo aman, sí lo hacen. Es decir, me encuentro por encajarle los colmillos a un chico, pero ¿y qué si alguien lo ama tanto como yo te amo a vos? Lo sé, soy un estúpido. Me ablandaste el corazón, imbécil. Ya no puedo hacer las cosas que hacía antes. Mi conciencia no me lo permite.

Ojos de vampiro [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora