Ojos de vampiro [Gay]

Capítulo 25: Fue mi culpa

- ¡No lo puedo creer! - Bufó el inmortal con total fastidio, llevándose la mano izquierda a la frente, irradiando bronca por los ojos y desviando la vista enseguida.

- Christopher... - Intentó calmarlo.

- ¡Christopher nada! - Exclamó volviendo a clavarle la mirada cargada de furia. - ¡Siempre, siempre se arruina todo! Hago hasta lo imposible para que estemos bien, y siempre hay alguna puta cosa que caga el momento. ¡Encima es por ese pendejo! Debería haberlo asesinado, ¿por qué lo ayudé? La próxima vez que lo cruce, le voy a arrancar las tripas, por puro placer, ¡porque es tan desagradable que ni siquiera serviría para alimentarme de él! - Aumentaba el tono de voz en cada frase, mientras su rostro parecía más diabólico.

- Pero... - León no sabía qué decir. Hasta le había cobrado un poco de miedo al monstruo; pero éste tenía razón y el rubio lo sabía. Aún así, debía regresar a su casa, por más enojado que se quede Christopher. - Amor, tengo que ir. - Dijo tomando valor y poniéndose el pantalón.

- ¡No me llames amor! - Dos aureolas oscuras rodearon sus ojos, que empezaron nuevamente a mutar del hermoso color violeta a uno negro y siniestro. Enseguida cerró sus párpados con fuerza y desapareció de la vista de León, dejando la estela, como aquella vez cuando demostró que era un vampiro.

León no pudo evitar entristecerse y su vista se nubló con una capa de saladas lágrimas. Pero ya no podía hacer nada, ya lo había arruinado. Sabía que podía haber perdido al amor de su vida, pero iba a derrumbarse por completo si se ponía a pensar en eso ahora. Rama estaba en su casa, solo. También se preocupó por Mateo, de quien lo último que supo fue que estaba enfermo, y no tenía idea de cómo se encontraba ahora.
Abrochó su pantalón apresurado y buscó su camiseta por toda la habitación, hasta que la halló debajo de una almohada que estaba en el piso. Se puso las zapatillas y salió de la casa sin más, aunque le costó bastante encontrar la puerta de salida. Aquella mansión era enorme y contenía muchos pasillos.
Una vez fuera, comenzó a recorrer las calles, caminando lo más rápido que podía, incluso de ratos corriendo. Se hacía difícil a causa de los rayos del sol que abrasaban su piel, castigándolo. Esto lo hizo pensar en que entonces Christopher no se había ido de su casa. No pudo haber salido con ese sol. Seguramente se escondió en alguna habitación.
León por fin llegó a su hogar y abrió la puerta rápidamente, ya que no estaba cerrada con llave, como la dejó él mismo al salir apurado. Ingresó a la sala, allí Rama no estaba. Seguramente continuaba en la habitación. Por las dudas revisó la cocina antes de subir la escalera, tampoco estaba ahí. Fue a la pieza y abrió la puerta de esta esperando ver al pequeño, pero se asombró al ver su cama revuelta y vacía. "Es normal. Las dos de la tarde." recapacitó hablando en voz baja y sentándose en el colchón, cuando vio que sobre éste había una nota mal escrita, y con bastantes faltas de ortografía: "Leon grasias x todo y perdoname por ser tan molesto. Sos el mejor. Ojala q' seas felis con cristofer. Rama". El rizado dobló el papel entre sus manos y habló en voz alta: "Nunca me molestaste", dijo como si el pequeño pudiera oírlo, aunque consciente de que no fue así. Le hubiera encantado llamarlo y disculparse por haberlo dejado solo, pero el chico no tenía celular y era imposible encontrarlo, nadie sabe dónde anda ese niño, nunca.
Aún así, León sacó su celular del bolsillo y fue directo a los contactos, para llamar a Mateo.

- ¿Hola? - Habló débil a través de la línea, aquella voz que a León le encantó tanto escuchar.

- ¡Mateo! ¿Cómo estás? Tengo muchas ganas de verte. ¿Te repusiste de la gripe? - Cuestionaba emocionado y expresando todo lo que lo extrañaba.

- No... Estoy en la Clínica. - Esto dejó helado a León, no se lo esperaba. Una lluvia de ideas horribles atacaron su cabeza. ¿Qué le habría pasado?

- ¿Qué? ¿Por qué? - Soltó después de permanecer unos segundos en silencio. - ¿Estás internado? Ya mismo voy para allá. ¿En qué Clínica estás?