Capítulo 31: ¿Por qué no?

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- No puede ser. - Habló el vampiro en un hilo de voz.

- Me dijiste que no matás personas desde que me conociste. - Dijo León con decepción y a la vez algo de furia, conservando su vista en el diario.

- No lo hice, León.

- ¡¿Entonces qué es esto?! - Gritó clavando su mirada color miel en la violácea.

- ¿No me creés? ¡No me digas que no me creés! - El pelinegro también levantó el tono de voz y frunció el entrecejo. - Está claro que este diario miente.

- Los diarios que estaban en el cajón de tu escritorio no lo hacían. -Replicó el rubio.

- Eso fue hace setenta años. No soy el mismo.

- ¿Y cómo puedo confiar en vos?

Christopher ya no respondió nada. Solo lo miró con los ojos cubiertos por una fina capa de agua salada por unos segundos y subió a la habitación del dueño de casa con calma.

León suspiró, soltó el periódico y se sentó en el sofá. Puso sus codos sobre las rodillas y hundió el rostro en sus manos. Mateo, quien permanecía allí parado, observando la incómoda situación, se sentó al lado de León y pareció buscar las palabras adecuadas para hablarle a su amigo.

- León...perdón, pero creo que Christopher dice la verdad. - Pudo hablar colocando su mano en el hombro del rubio. - León... - Repitió al ver que éste no respondía.

Después de algunos largos segundos, el rizado por fin levantó su rostro totalmente colorado. Las lágrimas corrían por sus mejillas al igual que la lluvia por los techos de las casas en ese momento.

- ¿Y si él lo volvió a hacer? -Habló sollozando. - Es un vampiro, Mateo. Yo confío en él, pero tenemos que ser realistas.

- Si vamos a comenzar por ser realistas, considerando que hay un vampiro de ojos violetas llorando en el piso de arriba, vamos mal. - Aclaró el pelirrojo obligando a León a soltar una pequeña risa que no pudo contener. - Te voy a leer toda la noticia. - Dijo tomando el periódico otra vez.

- No, no quiero escucharla.

- Que te voy a leer toda la noticia, dije. - Insistió. Tomó aire y comenzó a leer. - El pasado lunes, exactamente a las 22:34 hs, se dio aviso a la policía sobre el hallazgo del cuerpo de un hombre de cuarenta y dos años en la esquina de las calles Mendoza y Belgrano. El cuerpo llevaba pocos minutos de fallecer y se encontraba tendido en la calle, sobre su propia sangre derramada. Lo extraño de esta tragedia es que claramente fue atacado, es decir, asesinado. Y aún más sorprendente es que se encuentran dos grandes puntos en su cuello, como si le hubiesen enterrado un par de colmillos. ¿Hay un vampiro en las calles de Mar del Plata?

- ¿Y qué te hace pensar que no fue él? - Volvió a acusar León. - No creo que haya más vampiros en la ciudad. - Habló con ironía. - Además fue a dos cuadras de la casa de Christopher.

- Conociéndolo a él, es muy inteligente como para dejar a un tipo muerto a dos cuadras de su casa. - Continuó defendiendo Mateo, mientras oía los pasos del pelinegro descendiendo nuevamente por la escalera.

- Gracias, zanahorio. Pero si León no se da cuenta de que claramente no fui yo, podemos ver que acá el no inteligente es otro. - Dijo el vampiro ahora tranquilo.

- ¿De qué hablás? Preguntó el rubio con fastidio.

- El pasado lunes, como las diez de la noche. ¿No te acordás lo que estaba haciendo yo en ese momento?

- El lunes a las... - León interrumpió su frase con un silencio y se sonrojó hasta las orejas.

- ¿Te parece que al mismo tiempo podía estar matando a un tipo? - Habló divertido.

Ojos de vampiro [Gay]Where stories live. Discover now