Capítulo 32: Ahí está

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— Y ahí lo tenemos otra vez.— Comentó León, con la vista fija en la pantalla de su televisor.

— Shh... — Lo calló el vampiro, quien intentaba oír con atención.

El periodista de cabello oscuro continuaba narrando lo acontecido cuando hallaron este segundo cuerpo supuestamente atacado por un vampiro. Esta vez fue una mujer de unos treinta años, e igual que la vez pasada, se encontraba cerca de la mansión Leloir, aún con más precisión, a cien metros de distancia. Y también poseía extrañas heridas en su cuello.

"...Otro caso muy similar a este, es el de Hernán Alberti, quien fue asesinado de la misma manera el pasado lunes por la noche. Por los resultados médicos de la autopsia realizada, volvemos a confirmar que realmente lo sucedido parece un acto sobrenatural, ya que las únicas lesiones en su cuerpo son los dos puntos del cuello, y en los análisis no se registran restos de ninguna substancia. De hecho, no se logra ni siquiera detectar su ADN, y los profesionales aseguran que la sangre se coaguló y enfrió mucho más rápido de lo normal. Es totalmente una locura. No nos gusta ser supersticiosos, pero los hechos nos obligan a tener estos pensamientos. No debemos alarmarnos, pero procuremos no salir solos de nuestras casas y..." Christopher presionó el botón de apagado del control remoto, antes de que la noticia finalice.

— ¿"No debemos alarmarnos"? esto es peor que cuando estaba la epidemia de la Gripe A.— Comentó León divertido.

— No puede ser. —  Habló en voz baja suspirando el pelinegro.

— ¿Vos pensás que hay otro vampiro? —  Cuestionó con algo de temor León.

— No. No lo creo. — Dijo dudando. — Si hubiera otro vampiro ya lo habría encontrado. O él me hubiera encontrado a mí.

— ¿Entonces? Tal vez sea mentira.

— Pero dice que se les coaguló y enfrió la sangre rápidamente. Y que su ADN desapareció. Es exactamente lo que pasa cuando son atacados, tanto cuando se convierten como cuando mueren. Si esto no fuera verdad, ¿cómo saben que es así?

Algunos golpes secos del otro lado de la puerta de la casa, interrumpieron la charla de los chicos y ambos callaron. León se levantó del sofá y acto seguido, giró el picaporte para atender a quien fuera que estaba afuera.

— ¡¿Cómo estás?!—  Habló con voz chillona y feliz, la mujer rubia, lanzándose a abrazar al rizado y llenando de besos sus mejillas.

— ¡Hola, mamá! — Saludó con una sonrisa amplia y correspondiendo al abrazo. — Qué gusto que vengas.

— Te extrañaba, mi bebé. — Soltó ella, avergonzando un poco a su hijo, mientras lo liberaba del abrazo.

— Má, tengo que presentarte a alguien.— Habló algo nervioso, después de titubear, y mirando al vampiro, quien permanecía sentado en el sillón algo extrañado por las palabras de León.

— ¿Christopher?— Preguntó Diana.— Pero si ya lo conocí la vez pasada y nos llevamos bien. ¿Cómo estás, Chris?— La mujer intento avanzar hacia donde se encontraba el pelinegro para saludarlo, pero León la detuvo.

— No. Sé que ya lo conocés, pero no te lo presenté correctamente.— El rubio se paró junto al vampiro, que ahora también estaba de pie. Su rostro enrojeció de vergüenza y nervios. Respiró profundo, como si se estuviese preparando para hacer algo muy difícil. Tomó con fuerza la mano de su pelinegro, haciendo que éste se de cuenta de lo que estaba por pasar y generando una mueca de sorpresa en su madre.— Mamá, él es Christopher. Mi novio.

El rostro de León enrojeció aún más, estaba hirviendo. Ya no se trataba tanto de vergüenza, sino de nervios. No sabía lo que su madre iba a pensar con respecto a su sexualidad. No es que eso le afecte tanto, en caso de que Diana no lo aprobara, no iba a dejar de ver a Christopher, porque era feliz con él. No se trataba de aprobación. Pero él se llevaba muy bien con su mamá, y no quería estar peleado o en desacuerdo con ella. Solo prefería la armonía. Por otro lado, el vampiro no parecía estar nervioso, al contrario, se lo veía feliz, con una gran sonrisa, y presionaba con fuerza la mano de su pareja. Hubo un silencio bastante incómodo por varios segundos. La mujer no tenía expresión alguna en su rostro, parecía estar asimilando la información. De pronto sus labios se arquearon formando una pequeña sonrisa, que de a poco fue creciendo hasta adoptar el tamaño máximo posible.

Ojos de vampiro [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora