Ojos de vampiro [Gay]

2°T. Capítulo 3: ¿Otro vampiro?

Sé que no se parece mucho a León, pero es rubio y ustedes tienen buena imaginación 7u7 xD

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El misterioso visitante continuaba esbozando una sonrisa amplia y triunfante. Christopher permanecía de pie justo en la puerta, observándolo con total confusión a la vez que la ira podía verse en sus ojos.

— ¿Qué hacés acá? — Cuestionó Christopher casi en un grito y dejando notar sus colmillos.

— No vine para pelear. — Respondió el otro. — Más bien... te necesito para algo.  

— Andate de nuestra casa. — Exclamó León igual de furioso mientras apretaba sus puños.

— ¿"Nuestra"? — El entrometido avanzó unos pasos para estar más cerca de ellos, parándose frente a León. — ¡Pero miren esos ojos! — Dijo ahora apuntando con su huesudo dedo índice hacia el rostro del rubio. — Son... ojos de vampiro. Qué maravilla. — Se lo veía fascinado realmente.

— Veo que los tuyos son iguales. — Replicó León, viendo los destellos violetas del enemigo.

— Es cierto... Quizás debí haberme puesto lentes de contacto de mi antiguo color.

— ¡Imbécil! — Exclamó el pelinegro frunciendo el entrecejo.

— No deberías insultar a alguien de tu raza, Christopher. — Replicó el otro.

— Dejaste gente herida en la calle. — Volvió a hablar el rubio. — Pudieron haberse convertido si Christopher no los mataba. Sos un completo inconsciente. 

— ¿Tu novio volvió a matar gente? — Preguntó irónico. 

León se abalanzó sobre aquel vampiro intruso y apresó su cuello con la mano derecha, presionando fuertemente y dificultado su respiración. Aún así, el otro sonreía odiosamente.

— ¿Qué pasa, León? — Habló con dificultad. — Ya dije que vine para hacer las paces. Solo necesito que me contesten algunas cosas y prometo irme de la ciudad.

El rubio volvió a descargar bronca en sus dedos y los apretó aún más fuerte.

— No seas tonto, amor. — Habló el pelinegro, que los observaba con expresión preocupada. León giró su rostro mirándolo confundido.

— Está actuando. Tu mano no le hace daño, aunque uses todas tus fuerzas.

— ¿Cómo adivinaste? — Cuestionó el intruso sonriendo. 

Con su propia mano, se quitó de encima la que intentaba ahorcarlo. Ahora fue él quien apresó la muñeca de León, haciendo que éste cierre con fuerza sus ojos involuntariamente por el dolor. 

Realmente, aquél era más fuerte que León. Y el único motivo era su alimentación. El otro se alimentaba evidentemente de sangre humana todos los días. Mientras que él y Christopher solo lo hacían cada un tiempo determinado para no debilitarse demasiado. Mientras tanto sobrevivían con animales.