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Bufé en mi sitio, me levanté de la cama y caminé a la grande sala, el sonido del timbre seguía y seguía sonando. 

"¡Voy, voy!", dije molesta. Iba a pegarle a quien sea que haya tocado el timbre así. Abrí la puerta con enojo y mandé un puñetazo a quien sea que estaba en frente. Cuando vi a quien golpeé... "No me retracto de nada, ¿qué hacen aquí?", dije a ambos chicos. Tanto como Kisaki y Hanma estaban frente a mi puerta con cara de haber corrido ocho cuadras, este último se había llevado mi golpe en el pecho pero no se movió ni un pelo. "¿Saben que lo que acaban de hacer se considera como actitud sospechosa? Acaban de seguirme hasta mi casa", dije fría. 

"¿Qué harás? ¿Llamar a la policía?", molestó el más alto, su pregunta iba con doble sentido, ya que llamar a la policía sería un suicidio. 

"Llegó la policía al bar porque el borracho que había le reventó la botella en la cabeza a otro cliente y se llamó a la policía", explicó Kisaki cansado. 

"Y obviamente salimos corriendo, somos menores de edad y llegaría la policía", terminó Hanma con obviedad.

"¿Y eso te da razón para tocar el timbre de mi casa así?", le eché en cara. "Pasen", me hice a un lado aún molesta. 

Ambos pasaron cabizbajos, parecían un perro regañado, los dos se sentaron en el sillón. Fui por dos botellas de agua y se las di. 

"Gracias por la hospitalidad", agradeció Kisaki. 

"Eso", dijo Hanma. Volteé mis ojos.

"Ja, ahora que saben de mi lindo hogar, tienen que guardar silencio o sus lindos ojos van a quedar colgando de mi lindo techo", les advertí, o bueno, amenacé. Kisaki me miró con seriedad y Hanma solo tomaba agua. 

Después de un silencio de unos segundos, Hanma se dedicó a hablar. 

"No le diremos a nadie, no seas tan arisca", dijo poniéndole la tapa a la botella y se puso de pie. Me dio un golpecito con la botella en la cabeza y caminó hacia la cocina. El chico de ojos azules ponía su mano entre sus cejas, desaprobando la actitud de su amigo. 

"Más les vale, la mafia no es algo para tomar a la ligera", dije cruzándome de brazos. Sentí como Hanma caminaba por la sala así que lo seguí con la mirada.

"Tienes una casa muy linda", dijo sinceramente. 

"¿Verdad?", dije orgullosa. La mafia te da bastante dinero y las personas que construyeron esta casa no rechistaron ni un poco por la cantidad de dinero que se les ofreció en ese entonces. Hanma miró por toda la casa hasta llegar al mueble donde tengo fotos de mi familia, se le quedó mirando. 

"Ya deberíamos irnos", dijo Kisaki. 

"Pueden quedarse a dormir en las habitaciones de invitados", dije calmada. "De seguro huele a mierda porque no entro ahí nunca", admití con una sonrisa. Miré a Hanma y este seguía viendo mi foto familiar. Caminé a su lado y vi la foto también. "Esa foto fue hace tres años", la tomé y me senté en el sillón, Hanma imitó mi acción. 

"¿Esta eres tú?", preguntó Kisaki señalando a la chica de la foto. 

"Sip, esta era mi hermanastra, padrastro y madrastra", los señalé y acaricié el vidrio de la foto.

"Wow, cambiaste mucho", Hanma tomó la foto. 

"Tenía catorce en ese entonces, obvio cambié. Mi cabello creció y mis facciones cambiaron", dije y Hanma sacó tres de sus dedos. 

"Eh, así que tienes mi edad", dijo con burla.

"Tengo sueño", dijo Kisaki de la nada. Solté una risa y me levanté del sillón. 

GAME OVER (en edición)Where stories live. Discover now