Fiesta de bienvenida

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Cuando verifiqué que ambos chicos estuviesen encerrados, fui al recibidor para abrir la puerta. Ahí estaba mi jefe, con su mascarilla habitual y su ropa de marca, siempre impecable. Este avanzó sin siquiera decir una palabra o sin siquiera esperar a que me hiciera a un lado, prácticamente me obligó a hacerme a un lado para dejarlo pasar. 

"Habrá una fiesta de bienvenida esta noche, Osanai ha avisado a casi todos sus hombres para que asistan, el problema es que dos se sus hombres no han respondido... En fin, será en el bar clandestino de Harajuku, a las 7 de la noche", transmitió el mensaje mientras se sentaba en mi sillón, dio unas palmaditas para que me sentase a su lado.

"Jah, entonces podré golpear a alguien", dije echándome hacia atrás. El jefe me miró feo. "Vamos, Carlo", dije sin moverme, solo sonreí con tan solo imaginar como golpearía a alguien del bar.

"No actúes tan infantil, además el bar estará reservado solo para los que iremos, no podrás meterte en peleas con desconocidos", debatió.

Bueno, no prometo no pelearme con alguien de la pandilla. 

"¿Eso es todo?", dije sentándome bien esta vez. 

"Sí, Kila", dijo cortante, siempre me gusta actuar más infantil aún ya que lo veo como una figura paterna aunque no termine de confiar totalmente en mi propio jefe. Aunque su aviso había terminado él seguía ahí sentado. 

"Pudo haberme llamado, en vez de tomarse la molestia de venir", me levanté y me puse frente a él. "Así que dígame qué es lo que quiere decirme en realidad", crucé mis brazos aún sonriendo. 

"¿Has vuelto a considerar mi propuesta?", preguntó cansado. Siempre era lo mismo con este hombre...

"No me casaré con su hijo", finalicé cansada por tanta insistencia. "No tiene sentido casarme con él", dije con obviedad, mi sonrisa se había borrado ya. 

"En realidad sí, mi querida Kila. Si te casas con él, será una revuelta que hijos de grandes criminales se casen", trató de convencerme por milésima vez. 

"Mi padre está en la cárcel, así que criminal no es". 

"De todos modos tiene su historial, y como soy gran amigo de tu padre voy a hacer lo que él también querría", acomodó su máscara. 

"Y lo que yo quiero es lo contrario", dije amenazante, caminé hasta la puerta y la abrí dando a entender que quería que se fuera. "En este momento no es mi jefe, solo un amigo de mi padre, salga", lo miré fijamente a los ojos. 

"Vamos, Minami, te conozco desde niña". 

Giré mi cabeza hacia la salida, este bufó y se levantó del sillón para salir. Se detuvo en el umbral de la puerta y me miró encima de su hombro. 

"No faltes hoy", advirtió y se fue después, cerré la puerta detrás de él. 

Estaba jodida, ahora lo había molestado y él a mí, sí que es cierto que es lo que mi padre quiso desde que me tuvo a mí, a pesar de ser la menor de sus dos hijas quiso emparejarme con el hijo de su gran amigo, el italiano mafioso que le dio la mano en múltiples ocasiones que ahora es mi jefe y mi tutor. Mi hermana mayor no destacaba mucho haciendo labores como usar armas o defenderse, en cambio yo nací con esa habilidad. El tema de que hayan sabido mi apellido ya había pasado y no tengo nada que hacer al respecto, ¿mentir? sería faltar a mis principios. Tomé mi cabello con ambas manos para llevarlo hacia atrás, el estrés me carcomía rápido pues, saber que sería capaz de arreglar una boda me ponía los pelos de punta. 

Miré el jarrón vacío que yacía sobre la mesa central de la sala, fue tanta mi impotencia que terminé rompiéndolo, los pedazos del cristal estaban en el suelo, me puse de rodillas y empecé a golpear el suelo donde los miles de pedazos de aquella pieza estaban esparcidos. De repente escuché como ambos bajaban con prisa las escaleras y se acercaban a mí, a este paso ya tenía sangre en la mano, sentí como dos brazos pasaban debajo de los míos para jalarme con fuerza suficiente para detenerme. 

GAME OVER (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora