Disolución

52 9 2
                                    

Escuché su risita al otro lado de la línea.

"¿Entonces trabajaremos juntos?", preguntó con diversión.

"Lo más probable, no te voy a agobiar para la pelea de hoy, así que nos vemos en la noche", le dije.

"¿Es una cita?".

"No, nos veremos en... mi casa", colgué.

Seguí caminando, sentía punzadas horrorosas en mi cuerpo, pero sé que podría llegar a casa de nuevo. Pasaron unos 30 minutos y llegué a casa con las piernas adoloridas y el resto de mi cuerpo estaba lleno de mi sangre.

¿Dónde carajos dejé mis llaves?

Busqué en mis bolsillos hasta dar con la llave, con las manos temblorosas logré abrir la puerta. Me impresionaba el hecho de que no hayan 40 carros lujosos fuera de mi casa. Apenas logré entrar caí de rodillas.

"¿Cómo pude ser tan imbecil?", coloqué mis codos en el suelo. Me reincorporé y miré la casa de mejor manera. Por primera vez me sentí como una intrusa en mi propia casa.

Observé la sala y tomé las fotos de mi familia que yacían en un mueble.

Fui directamente a mi habitación para empacar al menos mi ropa y las cartas de mi padre. Dejé las fotos en mi escritorio y saqué las cartas de debajo de mi cama, al colocarlas sobre mi cama, vi que ahí estaban los papeles de Carlo. Hubo un drama gigante y ni siquiera sé nada sobre estos papeles, ni me interesaba, la verdad.

Pero sentí una atracción hacia esos papeles de la nada, era raro, pero cuando la curiosidad me ganaba, no podía ignorar lo que había captado mi atención.

Tomé los papeles, pero me retracté, primero debería cuidar mis heridas o darme una ducha. Los dejé sobre mi cama y tomé ropa cómoda para ir a darme una ducha.

Unos pantalones holgados y una blusa de mangas largas junto con unas zapatillas oscuras. Antes de cerrar mi armario, me fijé en los trajes caros que tenía.

"¿Debo seguir usándolos?", murmuré al cerrar el closet de nuevo.

Sin más fui al baño, dejando mi ropa sucia de lado. Hice una mueca cuando terminé de quitarme todo, me dolía el cuerpo.

"Mierda, mirate...", hablé conmigo misma al ver mi reflejo en el espejo. Mi cara estaba hecha mierda, mi abdomen estaba morado y había sangre por todo lado.

Precedí a buscar agua oxigenada para limpiar mi cara, junto con algunas curitas y parches para las heridas abiertas. Mojé un pedazo de papel en el agua oxigenada y lo puse sobre mi mejilla, no ardió al principio, pero la tenía golpeada y el ardor comenzó a picar tiempo después.

Limpié mi frente, ambas mejillas, barbilla... Solo quedaban los ojos y la nariz.

"Mierda, si esto va a doler... Al menos que duela bien", le hablé al espejo. Con cuidado mojé mi párpado y el agua escurrió por debajo. Bufé del dolor, hasta golpeé un poco el lavamanos.

Lo mismo con el otro ojo, a diferencia del otro este estaba peor, ya que recibió los primeros golpes.

"Duele...", mi labio tembló y sentí como mi ojo limpio lloraba.

Cuando terminé de limpiarme la cara, fui a la ducha, poniendo el agua tibia para limpiar la sangre de mi cuerpo.

Mis hombros se relajaron cuando el agua recorrió mi cuerpo, las heridas abiertas habían vuelto a doler, pero el flujo del agua hizo que se taparan, por así decirlo. Cuando terminé de ducharme, sequé mi cuerpo y coloqué parches en las zonas más afectadas de mi cara. En mi labio coloqué una crema para que al menos no se reseque la zona y pueda curarse. Me vestí y salí del baño.

GAME OVER (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora