Capítulo 32

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Tuve muchos pedidos para agregar este capítulo así que, aquí lo tienen. Disfrutenlo, pervertidxs.

Emily

El día se pasó de forma tensa. Por más de que no estuviera específicamente enojada con ellos, de todas formas me sentía algo fuera de lugar. Hasta el momento todo había sido de color de rosas con ellos. Bueno, casi todo. Y ahora no podía sacarme de la cabeza la idea de que nunca iba a poder ser parte del grupo que ellos tres conformaban.

Se conocían de toda una vida, habían pasado juntos todos sus cumpleaños, cuidado uno del otro y se apoyaron en sus momentos más difíciles. Yo aparecí hace una semana y no debería esperar poder suplir todas esas cosas, pero quiero hacerlo.

Para cuando llegó la cena, estábamos todos en la mesa comiendo lo que preparó Alejandro. Adrián estaba contando algo sobre una pareja que apareció en mi trabajo y que terminaron hablando con él. No estaba prestando mucha atención pero me hacía bien verlo tan alegre.

No comenté mucho durante la comida y toda la conversación se basó en ellos tres hablando de temas al azar. Cuando terminamos empezamos a hacer lo mismo que siempre.

Alejandro y Andrés levantan la mesa y se encargan de limpiar las mesadas y eso, mientras que yo lavo los platos y Adrián los seca para guardarlos.

—¿Todo bien?— me preguntó tranquilamente.

—Sí, todo bien ¿Por?

—Estás algo callada. ¿Estás nerviosa?

—¿Debería estarlo?— cuestione confundida. Por lo que me dijeron sus padres van a llegar en una semana más o menos, así que tengo tiempo para prepararme.

—Esta noche no te salvas— me avisó. ¿A qué se refería?

—¿Cómo?

Unas manos que no eran de Adrián se pusieron en mi cintura y me mantuvieron quieta en el lugar cuando quise voltearme a ver quién estaba besando mi cuello.

—Queremos intentar algo nuevo hoy— me susurró Alejandro al oído.

—¿Sí?— pregunté algo ida, su boca en mi cuello era maravillosa, un solo roce a las marcas y la excitación ya comenzaba—. ¿Qué cosa?

—Hemos estado preparando a tu cuerpo para que pueda aguantarnos a todos— me comentó mientras ponía su mano por debajo de la camiseta de Andrés que llevaba puesta y la posicionó en mi culo—. Queremos hacerlo. Contigo. Los tres.

Era cierto que habíamos empezado a hacer algo que nunca pensé que me calentara tanto. El sexo anal me había parecido siempre algo asqueroso y que sonaba doloroso. Pero de una forma u otra terminamos en la situación en la que, mientras hacía el amor con Alejandro, tenía puesto un plug anal. Hasta ahora no había tenido una polla por ahí, pero tenía tantas ganas de probar eso que me palpitaba el coño de pensarlo.

—¿Qué dices, pequeña?— preguntó Andrés desde el fondo—. ¿Lo intentamos?— asentí con la cabeza algo avergonzada de estar tan excitada por esto.

—Palabras— me recordó Alejandro. Él se encargaba de que yo diera mi completo consentimiento verbal cada vez que hacíamos algo. Me había dicho que lo hacía sentir más confiado y seguro, además de que no quería forzarme a nada.

—Sí, por favor— le contesté.

—¿Vamos al cuarto principal?— dijo Adrián y Alejando me levantó en el aire y comenzó a caminar cargándome como a una bolsa de papa.

—¡Eu! ¿Es necesario esto?— pregunté golpeando su espalda. Una nalgada me hizo levantar rápidamente la cabeza sorprendida.

—Obviamente, no queremos perdernos la vista de este trasero, ¿no?— se burló Alejandro.

—Bruto— susurré. Otra nalgada llegó algo más fuerte y no pude evitar gemir de placer.

—Y te encanta— me respondió tirándome sobre la cama matrimonial.

Su boca atacó la mía al instante. El beso comenzó agresivo. Con Alejandro las cosas eran fuertes, eran únicas, eran especiales. Aunque así era con sus hermanos también, Alejandro prefería reclamar que pedir. Él iba por todo o nada.

—No te la guardes solo para tí, hermano. Todos queremos un poco— comentó Andrés riendo.

Alejandro gruñó y tuve que separarme para reírme.

—No tienen que pelear, chicos. Soy de todos— les aseguré y Andrés me tomó de abajo de Alejandro y me comenzó a besar él también.

En algún momento alguien se puso a mi espalda y quedé sentada con alguien besándome el cuello y Andrés besándome ferozmente. Pude escuchar que alguno de ellos estaba dando vueltas por la habitación, agarrando cosas y haciendo ruido, pero no le presté mucha atención.

—Que comienze el espectaculo, por favor— dijo Adrián, que era el que estaba a mi espalda, al sacarme la remera. No llevaba nada más que eso, por lo que quede completamente desnuda—. Todavía no puedo creer que todo esto sea nuestro. Miren lo hermosa que es.

Me sonrojé como un demonio. Todavía me estaba acostumbrando a recibir cumplidos, por suerte ya llegué a ese momento de mi vida donde me hacen sentir feliz y no tan incómoda como antes.

—Solo nuestra— agregó Alejandro.

—Está bien, grandote. Solo suya— le dije mientras tenía a Andrés besando un camino hacía mis senos y Adrián besaba sus marcas, dejando chupones encima de ellas. Tenía que morderme el labio para evitar gemir como una loca.

Andrés no se detuvo al llegar a mis senos y siguió bajando hasta que llegó a mi coño y comenzó a burlar mi clítoris con su lengua. En cuanto me escuchó gemir agregó sus dedos y comenzó a follarme con ellos. Andrián siguió con sus besos y Alejandro llegó rápidamente para apretar mis pezones. Dolía un poco, pero se sentía tan bien que no quería que se detuviera.

Las cosas siguieron así hasta que sentí que no podía más. La cantidad de estimulación que estaba recibiendo me hacía ver las estrellas.

—No terminamos aún, cariño. No es momento de correrse— se burló Alejandro.

Andrés dejó de tocarme al mismo tiempo que el mayor y me sentí completamente traicionada. Pero antes de que tuviera tiempo de quejarme, Adrián me dió la vuelta en su regazo y me hizo sentarme sobre su polla. En algún momento, se desnudó y no me había dado cuenta.

En cuanto toda su longitud estuvo dentro mío me sentí completa. Comencé a montarlo y disfruté de estar sobre él. Alguno de los otros dos puso sus manos en mi trasero y me hizo sobresaltar.

—Shh, relajate, amor— Alejandro me susurró en el oído.

Sentí algo frío rozar mi ano y, por instinto, salté en el lugar. No estaba preparada para agregar otra polla más a la ecuación.

—No pasa nada, Em. Es solo un plug, si tienes un problema en cualquier momento sabes que puedes decirlo y nos detendremos— asentí con la cabeza y recibí una nalgada—. Palabras.

—Está bien, perdón.

Cosas del destinoWhere stories live. Discover now