Capítulo 19

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Emily

Me desperté sola por los gritos que venían del piso de abajo. Los hermanos no sonaban felices, sonaban iracundos. ¿Pensarían que era una puta por acostarme con Alejandro el mismo día que nos conocimos?

Deben de estar enfadados porque ahora no saben cómo deshacerse de mí. La sola idea de tener que sentarme delante de ellos mirándome con asco y repulsión me desagradó e hizo que me doliera el corazón. No podría sobrevivir a algo así, me mataría por dentro.

La idea de tener que forzar a mis compañeros a rechazarme me hacía tener náuseas.

Alejandro debía de estar diciéndoles que no valía la pena estar conmigo, que no era buena en la cama, que tenía demasiados rollos como para poder notar nada de belleza en mi. No quería saber su opinión sobre mi cuerpo, ya bastante gente me había dicho el asco que les daba. Pechos muy grandes, cola demasiado regordeta, muslos enormes y rollos en el estómago. Mi madre decía que me convenía dejar de comer tanto o nadie me querría.

Debía de tener razón, ahora no me querrían.

Debía irme de allí antes de que terminara con el corazón más roto que nunca. Mejor irme por elección que lidiar con el rechazo.

Pasé por el baño para poder hacer mis necesidades antes de partir, pero no pude hacer nada más que aguantar la respiración al ver la marca en mi clavícula. Me había marcado.

Debería de llevar con ello toda mi vida, ahora estábamos entrelazados hasta que la muerte nos llegará. No había forma de escapar de la marca, era eterna. Representaba la unión eterna de un compañero, de ahora en adelante emparejarnos con cualquier otra persona que no sea nuestro compañero o compañeros no solo no sería placentero, sino que sería hasta doloroso.

Debía de sentirse tan mal de haberse atado de esa forma con alguien como yo. Debía de odiarme por no haberlo frenado, por no haberle avisado lo que eso nos haría a futuro, lo que eso le causaría a su futuro.

Debía volver al mundo real, no podía tener nada con ninguno de estos hombres, no sería justo para ellos. No podía convertirme en una carga para ellos.

Lo mejor que podía hacer por ellos era irme lo más lejos que pudiera, donde nadie me conociera ni a mí ni a ellos y así nadie los juzgaría, nadie les diría que eran repugnantes por la compañera que les había tocado.

Como buena pareja, debía de buscar su bienestar y ese estaba lejos de mí.

Me transforme para poder sentirme más en control con mi alrededor, mi olor y mis instintos. Ahora sería más fácil esconder el olor del celo y sería más fácil esconderme de cualquier otro cambiaformas.

Sin escuchar la conversación de los chicos para no meterme en su privacidad y no sentir cómo se me rompe el corazón si dijeran algo malo de mí, salí de la casa a escondidas por una ventana que daba al jardín. Quise poder observar las plantas que rodeaban la casa, sentir los olores, ver el sol desde la cornisa del lugar. Quería observar todo como si fuera mi hogar, quería que fuera mi hogar.

Sabía que nunca más podrías sentirme cómoda en otro lugar, no había forma de volver a sentirme segura y en paz si no era con ellos y debía llevar eso en mi espalda para siempre. Iba a ser imposible volver a sentir felicidad si no tenía a alguno de ellos a mi lado, menos placer.

Justo ahora que había sentido lo hermoso y placentero que era tener un orgasmo, había tenido el último realmente satisfactorio de mi vida. Y el vacío en el pecho que sentí solo aumenta con el paso del tiempo al alejarme de mis parejas, mis destinados.

Había escuchado de casos donde perder a tu pareja te deja en una depresión tan potente que te lleva a la muerte, incluso a la locura. Había otros que se mantenían en su forma animal para siempre y perdían su lado humano, se volvían puro instinto. Para aquellos que se convertían en animales salvajes, terminaban siendo bestias en vida, con sed de sangre y muerte.

Era normal sentir que me moría con solo alejarme de ellos, pero no había pensado que sería tanto. Menos cuando estaba tan cerca de mi madriguera, estaba a solo metros de ella, pero me sentía tan lejos de mi casa como nunca en mi vida.

Pero me guarde todos esos sentimientos, me guarde la necesidad, el dolor, la ira, todo fue a esconderse en algún lugar desconocido de mi interior para terminar de asegurar lo que debía hacer.

Tomaría todo lo que pudiera y huiría.

Debo admitir que, por más que suene medio tonto, soy igual a Emily en esto. Asumir que medio mundo me odio es mi pasión en la vida. Ni siquiera es intencional, pero me dijiste algo con un tono un poco feo y ya me quiero ir a casa a llorar.

Cosas del destinoWhere stories live. Discover now