Capítulo 21

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Emily

Comencé a guardar todas las cosas a las apuradas. Cuanto antes me fuera, mejor.

En un bolso metía las cosas más importantes que tenía. Mis ahorros, mis cosas de higiene personal, algunas prendas de ropa. No podía agarrar todo, pero por lo menos podía llevarme las cosas que más quería y apreciaba de mi hogar antes de partir.

No quería dejar estas paredes que habían sido mi resguardo del mundo. Había sido el único lugar en el que había encontrado mi hogar de la mejor forma que podía.

Había sido el único lugar en el que me había sentido protegida.

Luego de tener que irme por decisión propia de mi manada, había tenido que vivir en el bosque por una época. Dormía en árboles huecos o ramas, si podía encontrar alguna madriguera real o la mía propia era uno de los mejores días que podía tener y me quedaba varios días allí. Era complicado quedarse mucho tiempo en alguna zona porque era peligroso.

Había tenido que luchar para conseguir mi comida, tratando de descubrir qué cosas eran comestibles o no.

Había odiado no tener un techo sobre mi cabeza que me defendiera de la lluvia y el viento. Ese invierno había sido uno de los más difíciles de mi vida, no me había salido barato irme de mi manada. Pero había valido la pena.

En ese lugar era imposible vivir en paz. Los lobos gobernaban y era completamente injusto. La única familia que se había quedado en la manada que no perteneciera a los lobos era la mía. Mis padres estaban agradecidos y orgullosos de poder vivir en un lugar así, con tanto poder.

Las cosas se habían puesto peores cuando salió la propuesta. Mis padres habían dicho que debía aceptar, que era la única forma de poder hacerme orgullosa y de devolverle el valor a mi nombre que tanto me había esforzado en ensuciar. Ellos no confiaban en mí, creían todos los rumores que se decían en la manada. Todos eran mentira, ninguno era cierto, pero no había forma de convencerlos de ello.

Lo que nunca había entendido porqué no tenían confianza en mí pero sí en mis hermanos. Ellos siempre habían sido lo que siempre había deseado. Dos hombres fuertes y amorosos. Mi padre era lobo al igual que el resto de la manada, así que no era raro que solo algunos de la camada salieran de una raza y algunos de la otra.

Para mi padre siempre había sido difícil aceptar que yo no era como él, a mi madre solo no le caía bien. No había una explicación para su odio.

El saber que debía dejar atrás a mis parejas y también al único lugar en el que había sido aceptada. Debía separarme de todo lo bueno que alguna vez había tenido en mi vida. Eso solo hacía que me costara respirar.

Tuve que agacharme y sentarme en el piso para no caer destrozada.

Las lágrimas seguían cayendo y no sabía si era capaz de detenerlas. La respiración se me detenía en la garganta. Lo único que me hacía saber que estaba viva era el dolor que estaba en mi pecho. Ya no había forma de verle el lado bueno a la vida.

Mi familia no me quería y menos lo hacía mi manada anterior. Mis parejas querían deshacerse de mí. Estaba completamente sola en el mundo y lo único en lo que podía confiar era en mí misma, que tampoco era mucho.

Un ruido al costado de la casa me puso alerta. Me puse alerta al instante, no era normal que gente pasará por esta zona del bosque, estaba muy alejado del resto de la ciudad. Esa había sido la razón por la que me había mudado a ese lugar.

Nunca había pensado en el que si estaba muy lejos y algo pasaba, nadie lo sabría. Tampoco tenía a nadie que le importara mi bienestar de todas formas.

Un golpe en la puerta me detuvo el corazón. ¿Quién podía ser? Los únicos que sabían mi dirección era el matrimonio Smith, mis jefes. Pero no habían venido a esta parte antes.

Me limpie la cara como podía con el gran buzo que había decidido ponerme al llegar aquí y fui a abrir. Abrí la puerta confundida y me quedé paralizada al ver que las personas que menos esperaba encontrarme se encontraban ahí.

—Tenemos que hablar— me dijo.

¿Quien será, no?

La frase "Tenemos que hablar" siempre me deja con escalofríos, no importa el contexto.

Cosas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora