Capítulo 17

54.5K 4.6K 290
                                    

Emily

El sudor, calor y dolor lograron despertarme. No quería molestar a Alejandro, que dormía tranquilamente junto a mí con su brazo sobre mi cintura. Sin embargo, cuando sentí su erección presionaba contra mi trasero, instintivamente me moví, frotándome contra él. Estaba buscando por lo menos minimizar esa excitación dolorosa y palpitante que me llenaba.

Las noches de celo siempre eran las peores. Muy dolorosas.

—Emily— un gruñido gutural hizo que mi pulso acelerara y me sintiera presa de la lujuria y necesidad.

La voz de Alejandro me demostraba que no era la única allí que lo quería, que lo necesitaba y deseaba. Pero sus manos manteniendo quieto mi cuerpo, sin dejarme buscar aunque sea la más mínima liberación, me quitaron las esperanzas de golpe. Él lo necesitaba por su lado animal, pero no lo quería.

—No podemos hacerlo, cariño— me susurró al oído de forma relajada, pero con solo sentir su aliento en mi cuello y su voz tan cerca de mí mis fluidos habían comenzado a gotear por mis muslos.

—Por favor— rogué desesperada, no podía dejarme así.

Durante el celo, me era imposible dormir debido a que nunca tenía la liberación sexual adecuada, siempre faltaba algo. Ahora lo tenía, podía tener maravillosos orgasmos con cualquiera de esos tres lobos que saciarían ese dolor por mí y me dejaría descansar en paz. Al parecer uno de ellos no quería eso conmigo.

—Pequeña, no me hables así porque no me voy a contener— me advirtió como si aquello me debería haber hecho cambiar de opinión. Lo único que había hecho era darme la clave para conseguirlo.

—Por favor, te necesito— pude escuchar la desesperación, el deseo y la necesidad en mi voz, no era necesario buscar mucho para encontrarlos—. Alejandro, por favor.

Me di la vuelta para poder verlo a los ojos, pero no pude hacerlo, sus labios ocupaban mi visión. Quería besarlos, saborearlos, sentirlos sobre mí. Me acerqué a ellos, sin tocarlos para así tratar de tentarlo lo suficiente para que aceptara.

—No deberíamos, cariño— me intenta explicar—. Los chicos deberían estar en tu primera vez...

—¿No quieres hacerlo?— le pregunté por un momento dudando de si solo estaba siendo una molestia. Quizás debía de aguantar otra noche más de celo y puede que todas las noches de celo de mi vida.

—No es eso, amor. Sí quiero— afirmó afirmando con la cabeza, mostrándome que no solo lo quería, sino que estaba tan desesperado por ello.

—Entonces hagámoslo. Por favor— no me detuve a pensar cuando en un arrebato, coloqué mi mano sobre su miembro.

Un gran gruñido resonó en el pecho de Alejandro y disfruté sabiendo que yo lo había causado, yo lo ponía así. Era empoderante saberlo, como si solo eso me hubiera dado confianza para meter la mano en la única prenda de ropa que llevaba, un inútil bóxer, y rodear su polla con mi mano.

—Emily, si no te detienes ahora, no voy a parar— me avisó mientras cerraba los ojos y echaba la cabeza para atrás haciendo ejercicios para mantener su respiración estable. No les estaban sirviendo.

Comencé a mover mi mano de arriba abajo, notando el gran tamaño de este. Por un momento dudé de si entraba en mí.

Sin dejarme pensar más en el asunto, Alejandro se puso sobre mí, tomando mis manos para elevarlas sobre mi cabeza, dejándome indefensa ante él. Sin separar su intensa mirada de mis ojos, con uno de sus dedos transformado en garra, rasgó mi camiseta de arriba a abajo. Quedé desnuda frente a sus ojos.

—Así me gusta— me susurró mirando mi cuerpo entero expuesto para él—. Eres hermosa, cariño.

—Por favor— susurré desesperada, la espera era eterna.

—¿Por favor qué, cariño?— me preguntó sonriendo, le gustaba verme rogar.

Se separó de mí, sin soltar mis manos, y tomó una corbata que estaba sobre la mesa de luz. No dudo en hacerle un nudo a esta alrededor de mis manos, atándome al cabezal de la cama.

—Si en cualquier momento es mucho para ti, solo tienes que pedir que nos detengamos y los haremos, ¿de acuerdo?— mientras hablaba una de sus manos estaba sobre mi pecho, jugando a torturar a mi pezón, haciendo círculos a su alrededor sin tocarlo—. Necesito que me respondas, cariño.

—Está bien— le dije ahogando un jadeo cuando su lengua pasó por el medio de mis pechos.

—Perfecto— exclamó feliz, como si fuera un niño a punto de comer su pastel.

Con su boca tomó uno de mis pezones, haciendo que mi espalada se curvará, tratando de estar más cerca de esa hermosa sensación que hacía palpitar mi sexo. Me sentía perdida en el limbo de las sensaciones. Con su mano y su boca se encargó de tirar, estrujar, chupar y morder a ambos pechos por igual.

Por un momento, pensé que eso iba a ser todo, que iba a quedarme al lado del acantilado de la pasión sin poder caer al abismo del placer. Moví mis caderas en busca de atención ahí. Quería sentirlo, quería tenerlo dentro.

—¿Y estas lista, amor?—me preguntó divertido y algo aliviado, no debía de ser fácil para él ir lento, aunque se notaba que disfrutaba de hacerme llegar lentamente al orgasmo.

Metió dos dedos de pronto y un gemido de placer escapó de mí. No tuvieron problemas para salir y entrar, mis jugos hacían que fuera más sencillo para él y menos doloroso para mí.

—Todo esto es mío, ¿cierto?— un tercer dedo entró en mí y no pude ni pensar en cómo responderle.

Comenzó a seguir un ritmo con sus dedos y pude sentir cómo se creaba una bola de calor en mi centro. Estaba tan cerca de correrme que cuando tocó mi clítoris sentí que estaba explotando de placer.

—Bueno, creo que es momento— comentó poniéndose sobre mí—. Quiero que me digas cualquier cosa que sientas que no quieres, ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza, sintiendo cómo la punta de su polla tanteaba mi entrada, sin entrar realmente en mí. Quise moverme para poder acelerar el proceso, pero la corbata atada no me dejaba.

—Ale— le rogué con la mirada que lo pusiera en mí y lo hizo.

Por un segundo, sentí que era posible que si seguía metiéndomelo, me partiría a la mitad. Pero no dije nada, esperando a que terminara con eso. Se quedó quieto al llegar al final, comprobando mi reacción.

—¿Todo bien?— destilaba preocupación.

—Sí— le respondí respirando hondo—. Solo un segundo más.

Sin juzgarme u obligarme a seguir haciendo nada más, nos quedamos en esa posición un rato. Cuando la sensación de tenerlo dentro de mí se volvió menos invasiva, comencé a mover mis caderas en busca de fricción.

Él siguió mi ritmo hasta que ambos nos dimos cuenta que era momento de aumentarlo. La habitación se llenó de nuestros gemidos y el ruido de nuestros cuerpos chocando. Alejandro comenzó a entrar y salir, duro y rápido. Y me gustaba. Aunque sabía que se estaba conteniendo.

—Me voy a correr— me avisó.

—Un minuto más— rogué, moviéndome más para aumentar la fricción.

Él entendió lo que necesitaba y comenzó a frotar mi clítoris. Al minuto, ambos terminamos al mismo tiempo y sus colmillos se clavaron en mi clavícula, haciendo que el placer aumentará considerablemente y sintiera mi cuerpo entero.

La somnolencia se apoderó de mí y no podía ni mantener mis ojos abiertos mientras Alejandro dejaba mis manos libres. Tiro la corbata a un costado y me dio un beso lento, dulce y apasionado.

Me dormí sintiéndome plena con los brazos de Alejandro a mi alrededor.

No nos engañemos, creo que todos estabamos esperando el momento de la escena hot. #envidiandoaEmily

Cosas del destinoWhere stories live. Discover now