《Glaciator (1/2)》

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Es un hermoso día y estaba saliendo de mis clases de esgrima, ahora entiendo porqué al rubio le encanta esta clase, aunque suene irónico, la lucha era algo muy relajante.

Adrien se había ido hace poco, por lo que me quedé con Kagami quién aún le faltaba cambiarse el traje de esgrima, luego nos acompañamos hasta la salida—¡Adiós Kagami! ¡Nos vemos mañana!—me despedí de la asiática con una sonrisa en la cara.

Ella me devolvió la sonrisa—Adiós ________—habló, muy pocas veces sonreía, pero lo hacía frecuentemente conmigo y eso me alegraba.

Subí al auto en el que estaban mis padres, mi papá estaba en el asiento del conductor y mi mamá a su lado, yo me senté en la parte trasera.

He notado a mi papá a estado estresado, él siempre suele ser alguien que lleva un sonrisa de oreja a oreja motivándonos a mi mamá y a mí a empezar el día de manera positiva.

Pero cuando está estresado es todo lo contrario...

Mi mamá abrió la ventana, sentí el aire chocar contra mi cara, hacía calor, pero no de manera exagerada. Pero mi papá cerró la ventana con sólo presionar un botón del auto.

Oh no...

Mi mamá volvió a abrir la ventana—Hace calor—se excusó.

Pero mi padre volvió a cerrarla—Hace frío—habló entre diente con cierta molestia en su voz.

Ella frunció el ceño ya algo cansada de su actitud—Quiero aire fresco—volvió a abrir la ventana.

—Múdate a Suiza—respondió seco y volvió a cerrar la ventana.

Mi madre gruñó—No me gusta ver a través de un vidrio—la ventana volvió a abrirse.

—Estás usando lentes de sol—se quejó mi papá y la ventana se cerró, mi madre se cruzó de brazos inhalando y exhalando para no gritarle en pleno viaje a casa.

—Creo que cambiaron a tu padre—susurró Aria escondida en mi cabello.

—Yo también lo creo—respondí en un susurro.

Cuando llegamos a casa, mi papá fue directo hacia la cocina, de seguro a tomarse otra taza de café, a lo largo del día se había tomado 9 tazas de aquella bebida caliente y apenas era medio día, el trabajo lo tenía estresado.

Sentí que me jalaron del brazo, volteé al ver que mi mamá me estaba llevando a la cochera, de seguro quería hablar conmigo en un lugar que mi padre no escuchara.

—¡Tu padre está insoportable!—chilló una vez que cerré la puerta. Suspiré frustrada, no le falta razón—Ya lleva de mal humor una semana ¡Ya no lo soporto!—se quejó jalando sus cabellos.

Mi madre es una persona gruñona y poco tolerante, mi padre es un solecito y de las personas más pacientes que conozco, gracias a ellos comprobé que los polos opuestos se atraen.

Hice una mueca—Algo me dice que no me llamaste sólo para quejarte—dije segura de que me iba a pedir algo.

—Ni te quejes, te recuerdo que yo te di la vida y te tuve 9 meses en mi vientre—me señaló al verme disgustada.

Levanté mis manos en zon de paz, siempre usaba el mismo chantaje—Yo sólo decía—murmuré esperando ordenes.

Ella rebuscó en su bolso, vi como sonrió al encontrar lo que buscaba—Una amiga me dio esta dirección—dijo y me extendió el pequeño trozo de papel con la dirección anotada—Ahí vive un sanador con el que fue hace unas semanas, según dijo, su estrés desapareció al salir de aquél lugar el primer día—explicó.

Dєѕαfíσѕ dєl Dєѕtinσ || Chat Noir/Adrien × LectoraWo Geschichten leben. Entdecke jetzt