Cafetería

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Allí estaba él en su primera semana de su nuevo empleo. Casualmente necesitaban un mesero y, aunque Anthony no tenía experiencia, aprendía muy rápido. Ese día era su DÍA DE SUERTE. Así lo llamó en su mente porque era media tarde y al fin su hombre ideal había llegado a la cafetería y era su oportunidad de atenderlo.

Como si fuera un frívolo robot, llegó a su mesa y tragó saliva. ¿Se veía bien? ¿Daría una buena impresión? Se armó de valor para abrir la boca y emitir palabras, las cuales había ensayado mentalmente unas cien veces.

—¡¿Q-QUÉ PUEDO SERVIRLE, SEÑOR?! —básicamente gritó su pregunta, el cliente de cabellos negros y traje oscuro alzó su mirada hacia él. Sus ojos dorados se esforzaron en mirarlo y, en respuesta a su exclamación, arqueó una ceja con desprecio.

—Que ruidoso.

Anthony se murió por dentro.

Esas palabras lo hicieron congelarse completamente. Llegó a la cocina de la cafetería, se encerró y cayó de rodillas en el piso con una expresión de trauma imposible de contener. Palideció y recordó el tono en cómo le dijo eso un millón de veces. Si, definitivamente algo se murió en su interior.

—¡Dijo que soy un asco! —se tiró al piso y se cubrió el rostro con ambas manos como si fuera el mismísimo fin del mundo, un fatalismo del destino o algo peor.

Alastor se manifestó a un lado de su cuerpo. La radio estaba sobre una mesa, al costado de las máquinas expendedoras de café. El demonio se inclinó con curiosidad hacia el humano que parecía exageradamente angustiado y lo picó con un dedo. El pelirrojo había enviado a una sombra a espiar la primera interacción del chico con su objetivo amoroso y no encontró el encuentro tan grave.

—No es cierto, no dijo eso —no fueron las palabras exactas, Anthony se estaba atormentando por nada.

—No sé cómo hablar con él. Es tan... inalcanzable —el rubio se sentó en el piso y observó sus manos muy desesperado.

Bajó su mirada, el hombre que le gustaba era digno de respeto y un idiota como él no estaba a su altura. Claro que no lo estaba, ni siquiera sabía cómo saludar a alguien sin trabarse.

—¡Y tú no sirves de nada! ¡No tienes experiencia en citas! ¡Eres un fracasado! —señaló a Alastor muy desbordado debido al fracaso. El mencionado torció una sonrisa disgustada, como si no hubiera oído bien al impertinente humano.

—¿Disculpa? ¡¿Cómo te atreves a-

—¡Cállate! ¡Esta idea fue la peor! ¡TE ODIO!—gritó con todas sus fuerzas, se levantó y dio el portazo de su vida al retirarse de la cocina.

Alastor se quedó de pie en ese lugar. Fue su turno de quedarse petrificado como piedra. ¿El estúpido humano le dijo que lo odiaba? ¿Por qué? ¡Él no tenía la culpa de que fuera un idiota hablando con las personas! ¿Cómo se atrevía a ser tan maleducado con un demonio del inframundo?

Más allá de eso, se sintió muy... muy...

"TE ODIO. TE ODIO. TE ODIO."

Alastor apretó sus puños y, en menos de un segundo, se volvió polvos negros y se escondió dentro de la radio. Desde adentro, solo escuchó un ruido de interferencia que duró el resto de la tarde. Los demás empleados que pasaban por la cocina jurarían que el aparato había sufrido un corto circuito.

Después de que pasaron algunas horas, Anthony le sirvió un café con crema a una de sus queridas amigas. Se sonrieron mutuamente, la pelirroja degustó la bebida con mucha alegría porque era su favorita.

—No sabía que venías siempre, Cherri —comentó el rubio de forma casual, era la primera vez que la veía allí desde que empezó a trabajar.

—¡Los pasteles de aquí son deliciosos! —exclamó entusiasmada al momento que cortaba un trozo del postre con su cuchara y se la llevaba a los labios. Luego de eso, miró de reojo con curiosidad al hombre de traje negro que estaba sentado a unas cuántas mesas de distancia—. Oh, con que ese es el sujeto. ¿Profesor de historia o algo así?

Anthony se apenó por la observación. Enterró la bandeja de la cafetería en su pecho y asintió con las mejillas sonrojadas. No pudo evitar sentirse miserable por el fracaso que sufrió cuando trató de hablar con él.

—Eso no importa, no sé cómo entablar una conversación. Pedirle su número de la nada sería extraño.

Cherri volvió a cortar un pedazo de pastel de fresa y tarareó unos segundos una canción antes de darle un sabio consejo.

—Bueno, debes atender su mesa con frecuencia hasta que algún día nazca una conversación casual —le sonrió con dulzura y le dio ánimos—. No te rindas y tampoco te apresures, ¡La tenacidad constante puede funcionar!

Anthony se contagió de su buena actitud y le asintió recuperando fuerzas. Cherri tenía la habilidad de hacerlo sentir mejor con palabras simples.

—¡Ah! ¡Ese sí es un buen consejo! ¡Gracias, Cherri!

Se retiró a la cocina para preparar algunos pedidos más y aprovechó que estaba solo para tomarse su tiempo.

—Alguien con experiencia en el amor es muy buena consejera —murmuró con una sonrisa. Dejó algunas cuántas tazas en el lavadero y...

Sintió un aura espesa de tristeza en toda la cocina. Giró hacia atrás y contempló que, desde la radio, surgían pequeñas sombras con rostros tristes y llorosos que emitían pequeñas y dolorosas interferencias .

—¿Alastor? —preguntó Anthony al acercarse al aparato, comenzó a pensar que fue muy cruel con él cuando estaba enojado—. Ah... Lo siento, no te odio... Fui muy duro.

El demonio emergió de la radio con la misma sonrisa de siempre. Sin embargo, su semblante se veía lúgubre y notablemente dolido. Los espíritus del infierno también tenían sentimientos frágiles, al parecer.

Anthony sonrió enternecido y lleno de determinación. Colocó una mano en su hombro y sonrió con mucha más fuerza, podría alentar a cualquiera con su fresca sinceridad.

—Es normal que seas un fracasado en el amor. Tu sonrisa debe espantar a las chicas, no tienes sentido de la moda y tu humor es raro —mostró su pulgar hacia él y no dejó de sonreír con destellos—. No te culpo. Tampoco te juzgaré. ¡Ánimos!

Abandonó la cocina y dejó a Alastor en medio de la habitación.

El demonio radio se quedó mirando la puerta, como si fuera un alma desolada y confundida.

—... ¿Esas fueron unas disculpas?

Dancing with the Devil ⋆ RadioDust ⋆Where stories live. Discover now