Frío como el hielo

2.7K 473 158
                                    

Las próximas semanas no fueron mejores. En realidad, todo parecía empeorar poco a poco. Anthony seguía provocando una distancia entre él y Alastor, solo que esta vez era muy notoria y cruel.

Ese día, mientras Anthony acomodaba su bolso para ir al trabajo, le daba la espalda a Alastor e ignoraba por completo su presencia. El demonio estaba de pie, observándolo con sus ojos rojos y vistiendo su habitual traje rojizo de terminaciones negras.

—Humano... —empezó a decir con su voz estoica y radial— ¿Realmente vas a esperar a que pase un año entero? ¿No has pensado en tu deseo? —ellos no hablaban desde hace semanas, hecho que hacía que Alastor estuviera ansioso por su verdadero objetivo en la tierra—. Han pasado más de tres meses y no veo señales de que el deseo sea un problema para ti.

—Lo estoy pensando todos los días, Alastor —contestó el rubio de mal humor y con una voz rasposa y cortante.

Anthony se giró hacia él y frunció el ceño ante el demonio radio, estaba muy alterado y enojado en ese preciso instante y por eso no pudo controlar su mal temperamento.

—¿Tanto quieres irte de aquí? ¿Qué hay en el infierno que es tan genial? —preguntó con una voz notablemente dolida.

Se arrepintió a los pocos segundos de decir aquello porque Alastor amplió sus grandes ojos y lo miró sorprendido, ya que Anthony no solía ser de esa forma. Era como si ya no pudiera contener los amargos sentimientos de su corazón.

—Olvidalo. Me voy a trabajar —le desvió la mirada con mucha prisa y vergüenza, tomó sus cosas y esquivó a Alastor para salir por la puerta principal y cerrarla velozmente.

Cuando la casa quedo sola, Alastor se quedó de pie e inmóvil, mirando a la nada misma. Varias pequeñas sombras con caritas sonrientes salieron desde el interior de la radio, rodearon el aura del demonio y, al analizar su oscuro alrededor, comenzaron a borrar sus sonrisas y a lloriquear terriblemente angustiadas. Eran como si pequeños cachorritos estuvieran heridos.

Alastor los ignoró. Bajó sus largas orejas de ciervo y se sostuvo el pecho con una mano.

"El humano está triste."

Caminó algunos pasos hacia su mesa y tomó la radio, la cual era el regalo de la madre del humano. Se sintió raro, acarició el metal del aparato y entrecerró sus ojos al acariciarlo. Más de sus sombras lloraban de un lado a otro.

"Es muy extraño. No quiero que esté triste, se siente mal que esté triste."

Con sus orejas abajo, se preguntó si acaso ese sentimiento era culpa, enojo, miedo... No sabía si era alguno de esos. No entendía tantas cosas. Los demonios debían sonreír y ser fuertes, pelear contra semejantes y ganar poder y gloria mientras se alimentaban de almas o las acumulaban para obtener más poder.

En todo ese mundo, no existían los sentimientos normales. Todavía no podía creer que Husk hubiera sido capaz de desarrollarlos tan fácil.

"El humano siempre corría por todas partes, gritaba y sonreía mucho."

Arrugó su rostro, borró su sonrisa y la emoción se sintió muy fuerte. Como si quisiera largar lágrimas negras desde sus ojos.

"No me gusta que esté triste. No me gusta que no sonría."

No había razones, ninguna. Era un demonio que solo podía funcionar por lo práctico y sin muchas profundidades, así que encontró la única solución que tal vez sería efectiva. Hacer cualquier cosa que estuviera a su alcance para que Anthony volviera a ser feliz como antes y ser perseverante hasta lograrlo.

Lo intentó duramente y todos los días eran difíciles. Por desgracia, los resultados eran pobres.

—¡Arreglé la casa! Limpié cada pequeño rincón, lo hice porque sé que siempre vienes muy cansado del mundo exterior —Alastor se manifestó al lado del humano, quién estaba en el baño lavándose los dientes.

El demonio limpió y ordenó todo el departamento de arriba a abajo y todo estaba reluciente.

—Cool —respondió el rubio sin rastro de emociones y salió del baño sin mirar a Alastor ni una sola vez.

Segundo intento.

—¡Fui de compras y usé todos tus papeles verdes de tu billetera! —el demonio volvió a su forma de demonio al llegar a su departamento y dejó grandes bolsas de papel llenas de productos del hogar sobre la mesada de la cocina.

—Genial —ignoró Anthony pasando al costado de la cocina para ir a su habitación y dormir.

Tercer intento.

—Mira, estoy en mi forma humana —el cuerpo de Alastor corrió hacia él y se colocó las manos en la cintura—. El día de hoy estás de suerte, me quedaré con esta forma por todo el tiempo que quieras.

Alastor recordaba que la última vez que el rubio vio su apariencia, se quedó congelado de la felicidad. Esta vez fue lo opuesto, parecía congelado pero de indiferencia.

—Perfecto —pasó a su lado a otra vez para ir al baño con la misma expresión de muerto viviente.

Sin embargo, Alastor estiró su mano y lo tomó de la muñeca para deneterlo. Seguía en su forma humana, quería detener el andar de Anthony y tratar de comprender desesperadamente que era lo que hacía mal o que era lo que había arruinado tanto como para ser brutalmente ignorado por casi un mes.

—Humano —lo volteó suavemente, no quería lastimar su muñeca— ¿Estás molesto conmigo?

Pero cuando ambos se quedaron cara a casa y Anthony al fin miró los ojos de iris rojizos en la forma humana de Alastor, se terminó desmoronando.

El demonio se quedó pasmado al ver como el rubio largaba una gran cantidad de lágrimas y contenía todos los sollozos que querían brotar de sus labios. Sus mejillas se sonrojaron al igual que su nariz, se veía totalmente adorable.

Se cubrió el rostro con ambas manos en forma de protección. Alastor se preocupó porque pensó que lloraba porque estaba herido o enfermo. Anthony no lo dejó hablar y bajó sus manos gritando lo único que estaba saliendo de su corazón en ese momento.

—¡Me gustas!

Dancing with the Devil ⋆ RadioDust ⋆Where stories live. Discover now