Lo que no se puede hacer

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Azotó la puerta en la hora de la cena, entró a la sala y apuñaló a Alastor con la mirada.

—¡¿Por qué no me dijiste que tenías una figura humana?!! —gritó tan fuerte que era más que seguro que todos los vecinos de arriba habían oído eso.

Alastor bebía una taza de café en su forma de demonio y sobre una de las tantas sillas alrededor de la mesa. Le sonrió como si eso no fuera la gran cosa.

—No tengo necesidad de mostrarla casi nunca. Vivo en una radio, humano estúpido —sonrió con más elegancia ante el remate, sin embargo Anthony quería más respuestas, estaba insatisfecho.

—Ya que descartaste la idea de que tu deseo se relacione con Husk —habló Alastor bebiendo un sorbo de café negro—, ¿Ya pensaste en otra idea?

Anthony se quedó de pie frente a él. Era cierto, no se tomó el tiempo de pensar en otro deseo luego de sentirse deprimido por tantas semanas y evadir a Alastor. Que tonto, tendría que estar pensando en eso.

—La paz mundial —Alastor volvió su cuerpo mitad sombras y voló alrededor de Anthony, creando unas llamas verdosas a su alrededor al mismo tiempo que sombras negras y curiosas se pegaban en el piso—. Dinero, poder, un puesto político.

Anthony no tenía ambiciones tan grandes y tan superficiales y desagradables. Se frotó la barbilla y se cruzó de brazos, utilizando todas sus capacidades de pensamiento. Luego, miró a Alastor a los ojos y quiso despejar sus dudas.

—Antes de pedirlo, ¿Hay alguna otra cláusula que desconozca?

Oh, era bueno hablar de esos detalles. Eso era señal de que el humano se lo tomaba en serio. El demonio radio le volvió a rodear el cuerpo y sus caras quedaron frente a frente.

—No puedes revivir a los muertos y... —el punto que diría sería importante—. No puedes hacer que alguien se enamore de ti de forma tradicional, solo con un hechizo de amor —no era muy difícil de entender, lo explicaría en pocas palabras—. Pero supongo que sabes que eso sería hacer trampa, la persona en cuestión se obsesionaría por magia, no porque en serio te ame.

El rubio asintió. Se sintió un poco decaído porque nunca pudo hacer lo que realmente quiso desde un principio. Un hechizo de amor era una estupidez, una trampa enfermiza. Cuando quería enamorar a Husk, quería usar métodos sinceros. Pero eso ya era tiempo pasado.

Se volvió un poco más tímido ante su última pregunta y se sonrojó. Luego, le desvió la mirada sin saber cómo enfrentarlo después de largar la cuestión.

—¿Puedo... convertir a un demonio en humano?

Anthony estaba temblando, eso no fue desapercibido por Alastor, quién había notado su alejamiento y tristeza por semanas enteras. Por más que quisiera entender la razón de su sufrimiento, cada vez se sentía más evidente. El demonio suspiró, se sentía muy confundido y su mente estaba nublada por una gran nube gris.

No quería que Anthony sufriera. Alastor aprendió muchas cosas divertidas gracias a él. El chico no era malo... Era alguien gentil. Alguien quien nunca debió conjugar a un demonio para que su alma fuera tragada hacia el infierno, no merecía esa clase de inframundo. Ese pensamiento le dio pena.

—No, eso tampoco es posible —mintió sin saber las razones por las cuales lo hacía—. No puedes cambiar la naturaleza de las especies, deberías olvidarte de Husk de una vez —volvió a ordenarle, casi como si fuera un regaño—. Él en serio está muy encariñado con esa mujer humana.

Alastor no sabía si Anthony aún amaba a Husk, pero de seguro sus preguntas eran debido a eso. Por el bien del rubio, era mejor alejarse de Husker porque solo sufriría daño emocional.

El rubio no entendió bien. Cuando escuchó el nombre de Husk, solo se decepcionó ante el hecho de que Alastor no volvía a considerarlo como persona, lo consideraba como alguien más inferior que un animal.

—Ah... si... Husk, claro...

Anthony quería llorar. Sentía un nudo en su garganta, era inexplicable. Si pensaba mucho en todo eso, se iba a largar a llorar como un niño ingenuo y sin experiencia. Cosa que quizá era a grandes rasgos. Llegó a su habitación y se recostó sobre su cama, haciéndose bolita y acurrucandose.

—Como amigo... —empezó a decir frente al demonio, quién lo siguió hasta la cama como si fuera un alma curiosa— ¿Puedo pedirte que te quedes en el interior de la radio y selecciones canciones tranquilas? Quiero dormir... escuchando la radio.

Alastor parpadeó y sus ojos se dilataron varias veces. Su sonrisa se ensanchó, todas eran reacciones naturales de su cuerpo que tenía maquinarias dentro. Miró al humano sin emociones en particular y respondió.

—No soy tu amigo. Tú solo eres mi invocador y contratista.

Tomó la radio y los polvos negros y sus pequeños seres acompañantes de caritas sonrientes lo siguieron a pie. Alastor colocó la radio a un lado de Anthony, en la cama. Luego acarició los cabellos de su humano y los revolvió un poco.

—Pero... haré una excepción porque te ves triste y odio ver esa expresión en tí —sin más que decir, Alastor se volvió a introducir con sus magias negras y verdosas al interior de la radio.

Las canciones viejas de la época comenzaron a sonar en un tono bajo, tal como Anthony le pidió. El rubio se conmovió, ya que el demonio nunca hacía cosas de ese estilo por él, ¿Lo estaba volviendo más humano acaso?

—Gracias —susurró al momento que agarró la radio entre sus manos, la apegó a su pecho y durmió junto a ella.

Dancing with the Devil ⋆ RadioDust ⋆Where stories live. Discover now