Sorpresa

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Alastor colocó una mano en la espalda de Anthony y la frotó mientras este lloraba como niño pequeño, sentado en el escalón de la puerta de atrás de la cafetería. Era de noche y solo un par de faroles iluminaban ese callejón a lo lejos.

—Te echarán del trabajo porque ya te tomaste tu hora de descanso... Tres veces en el día —el demonio desvió la mirada con una sonrisa tensa y nerviosa.

Definitivamente lo iban a despedir.

—¡¿Y eso qué me importa?! ¡Tiene novia! ¡Ya no necesito estar aquí! —exclamó el rubio subiendo su mirada hacia él y frunciendo el ceño absolutamente furioso y triste al mismo tiempo.

Volvió a esconder su rostro entre sus rodillas, se hizo bolita y se abrazó las piernas. Alastor ladeó su cabeza extrañado ante cada comportamiento del humano.

—Debí suponerlo —susurró entre sollozos el menor—. Alguien tan sexy no puede estar soltero.

Pensó mucho por casi diez minutos. Era una situación fea, le rompieron el corazón sin darle una oportunidad.

Era cierto... Nunca tuvo una oportunidad. Nunca hablaron, era un sujeto random muy atractivo, pero nada más que eso. Había muchos tipos random muy hermosos por el mundo, ¿Qué hacía a ese hombre tan especial? No era como si hubiera sido rechazado, ni siquiera llegó a primera base.

Se levantó y se secó las lágrimas con mucho valor repentino. Ya no era un niño y esa clase de decepciones no debían desanimarlo, ¡Habían muchos malditos peces en el mar después de todo!

—¡Soy un gran partido! ¡Puedo reponerme de esto! No hay nada que no pueda hacer —formó puños con sus manos y quiso sentirse muy fuerte, nada ni nadie volvería a derrumbarlo otra vez, era una decisión definitiva—. Caí en la trampa del amor, ¡Pero pude abrir los ojos a tiempo gracias a ti, Alastor! —lo miró gratamente agradecido—. Pude verlo todo con claridad por este estúpido empleo, así que te debo una.

Alastor arqueó una ceja con desconfianza hacia el humano. ¿No estaba llorando hace medio segundo? ¿Todos los niños de su edad eran así de cambiantes? Jamás en la vida se adaptaría a ese mundo humano tan extremista.

Anthony se repitió muchas veces mentalmente que era fuerte, que podía hacer lo que fuera y que nada dolía. Tenía que me mentalizarse hasta creerlo.

—Ya lo superé.

—Que rápido.

El demonio no le creía del todo.

Así fue, su desconfianza tenía fundamentos. Anthony trató de sostener esa máscara de firmeza al menos cinco minutos. Pero gruesas lágrimas volvieron a derramarse desde sus grandes ojos claros. Volvió a sentarse, a hacerse bolita y a pensar que se quedaría solo, soltero y fracasado el resto de su vida.

Alastor se estremeció. Su confusa radio interna emitió un chillido atípico. No pudo soportar esa escena, se arrodilló ante Anthony, le levantó el rostro tomándolo de la barbilla y le secó una rebelde lágrima que se deslizaba por su pómulo.

Ambos hicieron contacto visual, el rubio contuvo la respiración sin pensarlo. Se sonrojó un poco ante el delicado tacto de Alastor, quién parecía que se estaba apiadando de él. El demonio sonrió tiernamente y cerró sus ojos con buenas intenciones.

—No llores. Te ves asqueroso, triste y patético —soltó como si la sinceridad fuera la única manera de lidiar con esa situación. Alguna vez escuchó que ser honesto en el mundo de los vivos era la clave para triunfar.

No, en realidad ser tan sincero no era la solución.

—... Gracias.

Anthony quería estrangularlo, más no lo hizo.

Escucharon algunos ruidos a unos diez metros de distancia y giraron sus rostros hacia esa dirección. Alguien estaba causando unos sonidos raros desde atrás de unos contenedores de basura y una silueta inusual se veía reflejada por los faroles de las calles.

—¿Qué es ese ruido? —por mera curiosidad, Anthony se levantó y comenzó a caminar hacia esa dirección seguido de Alastor, quién era como su sombra—. ¿Quién está ahí?

Unas grandes alas rojas se desplegaron y un rugido feroz se escuchó por detrás del basurero, como si se tratara de una bestia mitológica en su máximo esplendor.

Anthony se asustó, como era de esperarse. Un aura dorada rodeó al ser extraño, quién revoloteó sus alas y se materializó en forma de un felino antropomórfico de colores negros, blancos y rojizos. El rubio cayó sentado al suelo y Alastor lo rodeó, protegiéndolo con su propio cuerpo y también volviendo su figura material sólido, ya que antes solo era pura sombra.

—¡Ah! ¡Nos descubrió! ¡Nosotros...! —Anthony no sabía que decir ante ese monstruo que parecía alerta ante la presencia de ellos dos, no obstante, el felino volvió a extender sus alas mientras los miraba amenazante.

—¡Aléjense y no se atrevan a atacar! —exclamó en modo de advertencia el aparente monstruo, quién solo había salido afuera para acomodar sus alas y había tratado de tener cuidado para no ser descubierto.

Era tarde. Tanto Alastor como Anthony lo habían visto y no podía dejarlos con vida. Se puso en posición de ataque y mostró sus filosas garras.

—¡Témanme! ¡Soy Husker! ¡El demonio de la bebida y el juego!

Dancing with the Devil ⋆ RadioDust ⋆Where stories live. Discover now