Capítulo 15

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—¿Quién está siguiéndote, Artemisa? — pregunta el desconocido y abro mis ojos como platos cuando dice mi nombre, pero ignoro aquello cuando vuelvo a escuchar un estruendo arriba que tensiona de pies a cabeza al chico frente a mí que no deja de mirarme.

—No lo sé — gimo y dejo de verle para mirar hacia las escaleras con terror al imaginar que aquel idiota pueda encontrar el pasadizo por el que caí —. Pero no se detendrá hasta encontrarme y la guardia real no está por ningún lado — casi lloriqueo esas palabras en tanto vuelvo a mirarle.

Sus grisáceos ojos me analizan de arriba abajo y yo solo puedo ponerme más ansiosa porque los ruidos de cosas rompiéndose continúan y el chico que parece de mi edad no muestra ningún atisbo de interés en mis palabras.

—Dijiste que este es tu castillo y tienes los ojos de Massimo, ¿eres un familiar verdad? — doy un paso en su dirección que le hunde el entrecejo porque nuestros rostros casi chocan —. Seas quien seas, tienes ayudarme a buscar a Massimo y Malakai. Marco está herido y hay que... — mis palabras aceleradas se ven interrumpidas cuando su mano vuela a mi cuello y me lo aprieta lo suficiente como para callarme, pero no tanto como para hacerme daño.

—¿Que Marco está qué? — pregunta entre dientes y yo aferro mis manos a su muñeca para quitarlo, pero él no me suelta y sus ojos me observan con un enojo que me hace temblar las piernas.

—Está herido. La doctora Kingston le ha apuñalado y creo que ella trabaja con los cazadores — hago mi mejor intento de no tartamudear y observo como sus ojos analizan los míos como si estuviera buscando en mi mirada la mentira que no encuentra y que le deja pensativo.

¿Qué tanto tiene que pensar?

El castaño por fin me suelta la garganta cuando empujo su pecho con una de mis manos. Aunque eso no es por lo que me suelta, ya que es una montaña de músculos que no podría mover ni aunque hubiera hecho pesas toda mi vida. Su camiseta negra se adhiere a mis dedos cuando empujo y yo jadeo al sentir que de su piel no desprende calidez... sino frialdad.

Cómo Massimo y Malakai.

—Eres un demonio — abro mis ojos como platos y él me mira enojado, pero me asiente y no vuelve a determinarme cuando se gira con expresión calculadora y se acerca a una estantería empotrada de la que toma un revólver de esos viejos que me obligan a reparar en mi alrededor.

Paso saliva en el momento en que comprendo que estoy en una armería con todo tipo de instrumental de ataque y de... tortura. No hay ventanas, las paredes son rocosas y en el centro hay una enorme mesa de madera oscura en la que reposan planos y alguna que otra arma corto punzante.

Espadas y sables cuelgan de las paredes con el escudo de la familia Morelli grabados en los mangos. Hay fusiles de todo tipo y color, revólveres también de distinto calibre, todos acomodados en distintas estantes o con pequeñas vigas que los sostienen a las paredes.

Wow.

—Mi nombre es Maverik y soy el sobrino de Massimo y Malakai, Artemisa — me explica el castaño y vuelvo mi atención hacia el, viéndole comenzar a cargar un revólver que luego se pone en la espalda dentro de los pantalones —. Mi padre fue Mikaël, el hermano humano de Massimo y Malakai que dirigió la secta en su ausencia. Cuando murió, fue al limbo y allí me creó junto con mi madre, hace treinta años — se ajusta una navaja en el tobillo.

¿Treinta años? Eso explica por qué se ve tan joven.

No puedo dejar de observarle mientras habla y sus palabras tienen sentido a medida que reparo en él, en sus expresiones mal humoradas y sus facciones parecidas a las de Malakai. Su cabello es castaño claro y varios mechones caen en su frente mientras mueve con destreza por la armería y con una elegancia parecida a la de Marco que corrobora que es tan de la realeza como él.

Morelli [2] ✔️Where stories live. Discover now