Capítulo 17

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—Tienes que comer, Artemisa — oigo la voz que no deja de revolverme el estómago aun cuando la he estado escuchando desde hace dos meses. Mis manos se hacen puños sobre mi regazo y no me giro mientras observo a través de la ventana las playas desiertas de la isla Letrél.

Cuba. En una pequeña isla que no figura en el mapa y en la que los últimos demonios vivos en todo el mundo, ahora se refugian de la masacre que se está desenvolviendo en todo el mundo. En total, son veintidós los demonios que lograron sobrevivir y son cinco las sectas que aún se empeñan en mantenerse a flote.

Todo humano asociado a un demonio de cualquier forma es masacrado. Políticos, militares y magnates con sed de poder se excusan ante el mundo diciendo que somos terroristas, anticristos satanicos, canibales sin alma. Nos pintan como lo que ven en películas de acción y terror humanas, porque nadie podría creerles lo que realmente somos. El mundo es un caos violento y solo podemos escondernos ya que los cazadores supieron jugar sus fichas demasiado bien.

Pero no tanto como creen.

Eso me hace sonreír de lado y acariciar mi abultado vientre de casi tres meses al recordar el porqué de no haber visto a mis destinados durante un mes entero. Los planes están hechos, nuevas alianzas se forjaron y ahora solo queda esperar, resistir para resurgir cuando sea el momento.

—Artemisa — se exaspera la castaña a mi espalda y mi sonrisa se borra al recordar que está aquí. El sabor amargo se asienta en la boca de mi estómago al dejar de observar el oleaje del agua cubana que es lo único que parece relajarnos a mi y a los mellizos que últimamente no paran de moverse en mi vientre.

Mi mirada se encuentra con la de Hela Kingston que me observa con la frialdad que parece caracterizarle y que se siente como hierro caliente atravesando mi estómago. Sin embargo, me niego a demostrarle nada y le regalo la misma mirada helada que ella me dedica.

—Lárgate — es lo único que le digo y que le saca un bufido, antes de que me gire de nuevo hacia la ventana. Los mellizos vuelven a moverse en mi vientre y yo sonrío mientras cierro los ojos y acaricio mi piel desnuda como si los estuviera acariciando a ellos.

Tranquilos, mis amores, sus padres estarán aquí pronto.

Tengo casi diez semanas de embarazo y mi panza ya parece como si tuviera seis meses en un embarazo humano. Los mellizos crecen en desmedida y son mi único consuelo cuando estoy sola en la cabaña que le pertenece a la secta tercera.

En total son trece repartidas por toda la isla, pero por obvias razones solo son utilizadas seis. Cinco para los líderes y las familias de las sectas primera, segunda, tercera, cuarta y sexta. Y una cabaña para los cuatro miembros de La Corte.

Usualmente, Valerie, Ares y Jasper se unen a mi en mi cabaña todos los días, pero hoy le tocaba hacerse chequeos a Jasper, ya que tiene pocos meses y es necesario tener un control de sus medidas para descartar malas formaciones o crecimientos tardíos, ya que la forma de desarrollo de los bebés demonios es muy distinta a las de un bebé humano.

Por suerte, Hela no es la única doctora en la isla y contamos con varios miembros de las familias líderes que tienen estudios médicos. Incluso algunos demonios también los tienen, como Massimo y Balthazar. Todos en esta isla parecen tener un propósito, algo con lo que contribuir, y yo solo sé hacer galletas.

Valerie está igual o peor que yo porque no sabemos cómo ayudar. El estrés nos está carcomiendo y me imagino que ella estará peor que yo, porque sus destinados no son los únicos allí afuera combatiendo contra los cazadores, sino que sus tres hijos mayores están con Balthazar y Jackson en Rusia, buscando aliados, creando armamentos y trazando planes de los que poco sabemos, pero que estamos seguras de que funcionarán.

Morelli [2] ✔️Where stories live. Discover now