Capítulo 19

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Ritual de enlazamiento. Parte I

Antes.

—El ritual no entra en discusión, Artemisa — dijo Massimo en tanto entraba a la habitación con Malakai a su espalda. Ambos con expresiones serias no se detuvieron hasta estar a un metro de mi. Sus miradas eran intentas y me temblaron las piernas al ver la tensión en ellos porque debían pensar que me estaba arrepintiéndo.

—Te atas a nosotros y punto — asintió de acuerdo Malakai, haciéndome sonreír divertida.

—Yo creo que ya me tienen atada a ustedes demasiado fuerte — me burlé en tanto acariciaba mi enrome vientre en crecimiento. Zeus y Magnus parecían estar tomándose una siesta, porque no los había sentido en largo rato.

—No tanto como queremos — Malakai descruzó sus brazos y por fin se acercó, enredando sus largos dedos entre mis vellos detrás de la nuca para obligarme a estirar el cuello y devolverle la intensa mirada de sus ojos caramelo — ¿Qué es lo que te preocupa, dekára? — su otra mano fue a mi vientre y la siesta pareció quedar en el pasado cuando los mellizos empiezaron a dar volteretas.

—Puedes decirnos lo que te preocupa, Artemisa, pero de cualquier forma este ritual se hace — determinó Massimo que no se acercó como su hermano, pero que me regaló una mirada intensa que me calentó todo por todas partes.

—Quiero esto. Este ritual. En serio lo quiero — aseguré para que la incertidumbre por fin se borrara de sus sistemas y dejaran de pensar que podría estar planeándome escapar —. Solo tengo... miedo — me sinceré y bajé la mirada a la camisa negra de Malakai, avergonzada porque no estaba siendo valiente para mis demonios que siempre lo eran y que debían esperar que su destinada tenga la misma fortaleza.

Ambos se quedaron en silencio por unos segundos y no pude evitar levantar la cara para ver sus reacciones, encontrándome con que ambos parecían a punto de asesinar a alguien.

—¿Alguien te ha asustado? — la pregunta de Massimo salió entre dientes y yo negué con rapidez, temiendo que salieran a matar a cualquier pobre inocente que se les cruzara.

Nadie aquí es inocente. Me recordé porque era cierto, nadie que perteneciera a una secta o fuera seguidor de ella era inocente. Te mostraran la careta que te mostraran, ninguna persona perteneciente a nuestro entorno era un santo. Fue algo duro de aprender, pero necesario.

Unos lo escondían mejor que otros, pero eso no quería decir que no fueran menos malos. Al contrario, los que más escondían su maldad, eran los que más grande tienen la oscuridad en su alma y los que más profundo te enterrarían una daga en el corazón si era lo que quisieran.

—Nadie me ha amenazado ni nada de eso, pero parece que todos se han olvidado de que hasta hace una semana estábamos en guerra. Solo una semana, Mass — me tiré de los pelos y empecé a caminar de aquí allá —. No puedo evitar este sentimiento de que aún... aún hay algo allí afuera esperando para atacar — miré  por los enormes ventanales hacia la hermosa vista del jardín trasero del palacio de Mónaco.

Muchas personas estaban allí en ese momento, instalando carpas blancas y enormes. Alfombras de lujo y luces brillantes, decoración extravagante que solo serviría de tapadera para la verdadera atracción de este día.

Para la prensa monegasca, ese era el casamiento del único tío y pariente vivo del príncipe de Mónaco. Para el mundo, ese día Massimo Morelli, uno de los magnates más ricos de Europa, se casaba con Artemisa Karagiani, una simple universitaria sin sus estudios terminados a la que había conocido en un efímero viaje y del que de allí nació un amor fogoso e intenso.

Morelli [2] ✔️Where stories live. Discover now