» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢

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Paralizado al pie de las escaleras admiraba la fachada del lugar sintiendo su corazón galopar sin control y sus manos sudar en exceso.

Desde la primera vez que vio a uno de sus compañeros de clase llevar a su tiny con él al instituto había deseado llevar el suyo a todas partes cuando lo tuviera, tener la misma complicidad, y hacer absolutamente todo juntos.

Ahora que lo tenía y había llegado el momento de compartir su vida con él se sentía nervioso a más no poder y temeroso a la vez por la incertidumbre de lo que el tiny pensaría al presenciar la simpleza de su rutina diaria.

— Si estás nervioso puedes tomarme de la mano, así recordarás que no estás solo.

La vocecita del tiny lo trajo devuelta a la realidad obligándole a sonreír por la dulzura de sus palabras y la bonita sonrisa que esbozaba fue suficiente para disipar todas las dudas y emociones negativas que lo abrumaban.

Inhaló todo el aire que sus pulmones podían contener en un intento de aplacar el remolino de emociones que se alojaba en cada una de sus extremidades haciéndole a temblar y a paso lento se encaminó hacia la entrada.

Esperaba recorrer los pasillos aparentando naturalidad y pasando desapercibido, pero las miradas que le dedicaban no ayudaban demasiado.

El aura extrovertida y extravagante de Horacio llamaba la atención a kilómetros; era imposible que alguien como él pasara desapercibido pues apenas había puesto un pie en el instituto saludaba a todo el que veía pasar desde el bolsillo delantero de su chaqueta agitando su manita y regalando enormes sonrisas.

¡Hola hola!
¡Él es mi alma gemela!
¡bonne journée!
¡hoy es mi primer día!
¡Estoy acompañando a mi chico!
¡Bonjour pour toi!

// ¡Ten un buen día! //

// ¡Buen día para ti! //

Repetía aquellas frases una y otra vez sin recibir respuesta alguna y a pesar de que absolutamente todos lo miraban confundidos por su extraño entusiasmo y colorida apariencia preferían enfocar la vista en otra parte.

— Creo que no me entienden — murmuró un poco desanimado girándose para mirar al contrario — ¿cómo es que se dice, Vik? Priv ¿qué?

— Привет — respondió sonriendo ladinamente por el entusiasmo que mostraba.

Repitió la palabra varías veces en voz baja  intentando replicar la pronunciación de Viktor y cuando se sintió listo para utilizar su nuevo saludo descubrió que ya se encontraban dentro de lo que parecía ser un laboratorio de ciencias.

Incapaz de contener su emoción saltó de su bolsillo admirando todo a su alrededor; el esqueleto en una esquina del salón, las extrañas formas que tenían los diferentes tubos de cristal y el microscopio en medio de la amplia mesa en la que tomaron asiento.

Viktor rebuscaba una y otra vez en su mochila desconcertando al pelirrojo y antes de que pudiera preguntarle qué sucedía soltó una frase en su idioma que a oídos del tiny no sonaba a nada amable.

— Olvidé mi libro de ciencias en el casillero   — musitó con desgano colocando su frente sobre la mesa.

El tiny rió por lo bajo y se acercó a él acariciando suavemente su cabello platinado; era consciente de que los nervios se habían apoderado de él y a su parecer lucia bastante tierno cuando perdía el control de las cosas.

— Ve ve, te guardaré sitio — le tranquilizó dejando si un besito en su coronilla.

Mientras esperaba cargó como pudo fuera de la mochila un par de bolígrafos y el cuaderno de Viktor abriendo este último en la última página utilizada y quedando embelesando al instante por la fina caligrafía que tenía.

Sentado en posición india husmeaba entre sus notas; admirando lo impecables, y bonitas que eran aunque faltas de color a su parecer.

Sin poder resistirse corrió dentro de la mochila a por los plumones que tiny Nikolai le había regalado y se dispuso a hacer algo al respecto.

Tan concentrado estaba dibujando mariposas de colores en las esquinas de cada hoja que no reparó en la chica pelirroja de bonitos rasgos y mejillas repletas de pecas que apenas había entrado al aula se dirijo directamente hacia la misma mesa que él ocupaba.

— ¡¿Pero qué- — espetó más alto de lo normal frunciendo el ceño en el proceso.

Le costaba procesar lo que veía pues por más que hacía memoria no recordaba haber visto a ningún tiny con ese aspecto, al menos no entre sus compañeros.

— ¡Привет! — vociferó entusiasmado poniéndose de pie de un salto — Yo soy Horacio, pero puedes llamarme Hache — se presentó con una enorme sonrisa tendiéndole una de sus manitas.

— ¿Quien eres? — preguntó mirándole con algo de desdén por su extraño aspecto.

— ¡Soy el tiny de Vik! — admitió sonriendo.

— ¿Viktor? ¡¿Viktor Volkov?! — gritó abriendo los ojos como platos.

Se tensó al instante cuando el tiny asintió efusivamente sin disminuir el tamaño de su sonrisa; de alguna forma esperaba que la respuesta a su pregunta fuera negativa.

— El mismo — admitió sustituyendo su discurso por un profundo y ruidoso suspiro enamorado que llamó la atención de la pelirroja.

Curiosa siguió la mirada del tiny topándose con el chico que le gustaba entrando a toda prisa al aula y encaminándose en su dirección.

Suspiró derrotada.

Hace tiempo que sentía algo por Viktor, se conocían desde que eran apenas unos niños y aunque jamás lo admitiera en voz alta anhelaba que algún día cuando ambos recibieran a sus tinys fueran la versión pequeña del contrario.

Lo último que esperaba esa mañana al salir de casa no solo era conocer a la futura pareja de su amor imposible sino también que ésta fuera un chico.

— Es muy guapo ¿a qué si? — murmuró el pequeño de cresta rompiendo el hilo de sus pensamientos; solo entonces se hizo consciente de que había permanecido mirando embobada al peliplata.

— Si que lo es — murmuró con desgano y la mirada perdida.

Contuvo la respiración cuando por fin estuvo junto a ella; con la nueva información que tenía no sabía de qué forma actuar con él o cómo tratarle ahora que era consciente de que no tenía ninguna oportunidad.

— Привет, Sloan — le saludó jadeante revolviendo sus cabellos platinados en un afán de acomodarlos — veo que ya has conocido a Hache.

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