»- 𝟙𝟚 -«

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Meneaba la cabeza de un lado a otro negando lentamente con una sonrisa socarrona plasmada en el rostro cuando vio al tiny aferrarse a la mejilla del más alto y a este último restregarse contra el pelirrojo en busca de su calidez.

— Menudo par de ridículos — bufó divertido.

Sin perder más tiempo tomó sus cosas y con un ligero movimiento de cabeza incitó a sus amigos a seguirle.

— Linda novia, Volkov — musitó burlón al pasar junto a él golpeando su hombro en el proceso.

Las risas de quienes lo acompañaban no tardaron en hacerse presentes cuando las notas y los libros que Viktor cargaba cayeron al suelo.

Inmediatamente tiny Horacio frunció el ceño, tensó la mandíbula y cerró sus manitas en puños; estaba harto de aguantar gilipollas durante todo el día, los chismes y críticas eran una cosa, pero no podía permitir que volvieran a tocar a Viktor.

Había llegado el momento de cumplir su promesa y cuidar de él; mientras estuviera a su lado no consentiría que ningún niño triste volviera a tratarlo mal otra vez.

— Más linda es la ostia que te voy a dar si no dejas a Vik tranquilo, ¡payaso! — le gritó furibundo sin suavizar su facción.

Viktor lo miró con los ojos como platos; esa faceta del tiny no se la esperaba en absoluto dado que lo único de él que había visto era su lado dulce y coqueto.

Las risas de los presentes cesaron siendo sustituidas por abucheos que avivaron el cólera que aquel insulto le había ocasionado a Ivanov y la pequeña risa nasal que Viktor había dejado salir por las burlas de sus amigos fue motivo suficiente para frenar su andar quedándose de pie en el marco de la puerta.

— ¿Qué has dicho crestitas? — masculló entre dientes girándose lentamente — atrévete a repetirlo.

Hecho una furia se puso de pie y saltó devuelta hacia la mesa en la que antes dibujaba tranquilo girándose y caminando hasta el borde listo para encararle.

— ¡Lo que has oído! — vociferó adoptando una pose defensiva con el pecho inflado y las manitas hacia atrás — o es que ahora ya no te funciona el cerebro, PA-YA-SO — repitió el insulto vocalizando cada sílaba.

La burla inmersa en el insulto fue la chispa que hacía falta para que la situación se saliera de control.

Todo sucedió demasiado rápido; Viktor ni siquiera fue consciente del momento en el que Ivanov había perdido la compostura abalanzándose sobre su tiny.

Al ver a Horacio en manos del moreno su cuerpo había reaccionado por sí solo arremetiendo contra él en un fallido intento de defenderlo puesto que apenas se acercó Ivanov lo apartó de un empujón haciéndole trastabillar y caer de espaldas sobre un par de sillas.

Cuando Horacio vio a Viktor golpearse al caer su mente se nubló de inmediato. Quería ir con él, cuidarle y asegurarse de que estaba bien; pero las manos que apretujaban su pequeño cuerpecito le impedían llevar a cabo su cometido.

Presa de la desesperación y sintiéndose impotente por no haberlo evitado le dió un cabezazo con furor en la nariz logrando que lo soltara para sostener la hemorragia que le había ocasionado por el golpe.

Sin importarle el dolor del impacto contra el suelo se incorporó lo más rápido que pudo y corrió hacia Viktor tirando de la manga de su chaqueta con intención de sacarlo de ahí.

El peliplata se puso de pie, lo tomó entre sus manos y corrió hacia en pasillo; pero el golpe que recibió por la espalda le hizo estamparse contra los casilleros del lugar y otro más sobre su mejilla lo aturdió momentáneamente.

Antes de que Ivanov tuviera oportunidad de volver a golpearle Horacio se abalanzó sobre él aferrándose como podía a su mata de cabello azabache dándole el tiempo suficiente a Viktor de reaccionar y responderle con otro golpe.

Ninguno fue consciente del momento en el que los presentes habían formado una bolita al rededor de ellos hasta que los vítores y ovaciones comenzaron a sublevarse por encima del ruido cotidiano de la esfera escolar.

Viktor lo derribó colocándose sobre él asestándole golpe tras golpe; dejando salir todo el estrés, todas las emociones negativas, las burlas, ademanes despectivos y críticas que había recibido a lo largo del día hasta que uno de sus profesores lo obligó a separarse de él.

— No te atrevas a volver a ponerle un dedo encima ¡¿me escuchaste?! — le gritó el tiny propinándole una patada en su ya estropeada nariz y escupiéndole en el rostro antes de que Viktor lo tomara en brazos — ¡conee!

// imbécil //

Viktor ni siquiera se resistió; estaba inquieto por los pequeños raspones que el tiny tenía y el color rojo que teñía la parte rapada de su cabeza.

— ¿Hache estás bien? — cuestionó preocupado palpando cada parte de su cuerpecito.

— Estoy bien, Vik — respondió sobándose la cabeza y mirándole con un puchero — ¿Tú estás bien?

El pequeño ruso no respondió simplemente se limitó a besar su coronilla y apegarlo a su pecho de forma protectora.

— No vuelvas a hacer eso — jadeó intranquilo — no soportaría si te pasara algo.

La respuesta de Hache fue interrumpida por las estruendosas risas y los murmullos que inundaban aquel pasillo cuando el profesor arrastró a Viktor hacia la oficina del director.

Se sentía impotente, su chico no merecía absolutamente nada de lo que le estaba sucediendo ese día y ver su expresión de agobio por ser el centro de atención terminó por romper su corazoncito.

— ¡Todos ustedes son unos tristes! —  les gritó desde el hombro del contrario mostrándoles la lengua y sintiendo sus ojitos bicolor comenzar a nublarse.

Sin más les dió la espalda y se abrazó de la mejilla de Viktor dejando pequeños besitos sobre su pómulo hinchado.

— Yo siempre voy a cuidar de ti, mon petit russe; es una promesa.

// mi pequeño ruso //

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» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Where stories live. Discover now