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La imponente figura de aquella mujer al otro lado del basto escritorio de caoba hacía que ambos adolescentes se estremecieran en su sitio deseando estar en cualquier otra parte.

— En este instituto no toleramos las agresiones entre estudiantes y mucho menos hacia ellos — sentenció firme señalando al tiny.

Los sollozos del pelirrojo eran lo único que rompía el estridente silencio que inundaba aquel sobrio despacho.

Viktor frunció el ceño preocupado y agachó la cabeza para mirar a la personita que descansaba sobre su regazo ignorando la mirada asesina del moreno a su izquierda.

— ¿Te duele mucho? — cuestionó tomándolo con cuidado entre sus manos y acercándolo a su rostro.

Horacio asintió como respuesta esbozando un puchero y dejando salir un par de lágrimas que no tardó en limpiar con la manga del sweater lila que traía puesto.

Le rompía el corazón ver tan lastimada a la versión chiquita de su alma gemela; ansiaba protegerlo del mundo y había fallado en el intento ocasionando que la culpa de su fracaso comenzara a carcomerlo desde dentro.

Llevaban apenas dos días juntos y no había sido capaz de defenderle de su padre ni tampoco de sus compañeros.

Tal vez por esa razón Horacio no llegó antes a su vida; no era capaz de protegerlo antes y no lo era ahora.

La vibrante voz de aquella mujer fue lo único capaz que dispersar la densa niebla que comenzaba a abrumarle sintiéndose momentáneamente libre de culpa.

— Señor Volkov, vaya directamente a enfermería para que revisen a su tiny y usted — se giró demandante señalando al otro estudiante — se queda aquí conmigo; llamaré a sus padres, ahora mismo queda suspendido.

Cuando Viktor se puso de pie dispuesto a retirarse, sin que nadie se percatara Horacio le dedicó un descarado guiño a su agresor ocasionando que éste se levantara indignado de su sitio.

— ¡Pero fue él quien me golpeó a mi! — gritó encolerizado señalando al tiny — ¡todo fue su culpa!

— No no no ¡mentiroso! — debatió poniéndose de pie con el ceño fruncido aún estando en las manos del pequeño ruso — ¡tú empujaste a mi chico y luego lo golpeaste!

La directora miró a Horacio con una ceja enarcada reprimiendo la sonrisa que amenazaba con salir al reparar en su forma de referirse a su alumno.

Si bien confiaba en que la versión del tiny era verídica había piezas faltantes en el relato que dejaban clara la implicación del pequeño pelirrojo en la disputa; sin duda estaba inmiscuido también.

La mirada inquisidora y penetrante de la mujer frente a él de alguna forma le había hecho sentir transparente al grado de obligarse a sí mismo a decir la verdad.

— Bueno... tal vez si hice cosas — murmuró nervioso jugando con el borde de su sweater — ¡Pero solo para defender a Vik de este payaso! — volvió a alzar la voz señalando acusadoramente al niño al lado suyo — él empezó.

Una nueva disputa había dado lugar en medio de aquella oficina culminando de nueva cuenta en los sonoros sollozos del tiny que terminaron por convencer a la mujer de que había sido Alexander quien había comenzado la contienda en el corredor.

La directora se había retirado las gafas y masajeaba el puente su nariz con parsimonia esperando encontrar la paciencia suficiente para lidiar con esa situación.

— Vayan a enfermería — ordenó hastiada — hablaré con sus padres más tarde. señor Volkov.

El pequeño ruso asintió cabizbajo y sin más salió del despacho girándose de inmediato hacia el tiny que aun sollozaba sobre sus manos.

— Déjame revisarte — pidió preocupado una vez estuvieron ambos en el pasillo.

Tanteaba con su dedo índice el diminuto cuerpo del pelirrojo en busca de alguna herida cuestionándole repetidamente qué era lo que le dolía, pero Horacio ni siquiera le escuchaba pues apenas habían salido no paraba de mirar a los costados y por encima del hombro del ruso verificando que se encontraban solos.

Una vez se aseguró de que no habían moros en la costa su llanto se detuvo abruptamente siendo remplazado por una radiante sonrisa.

— Uff, ¿ha colao no? — cuestionó aliviado peinando su cresta hacia atrás.

Viktor abrió los ojos como platos incapaz de creer lo que estaba sucediendo

— Pero... ¿no estás lastimado?

— No — respondió entre risas negando divertido por la reacción del chico — bueno, tengo un chichón por el cabezazo que le di; pero valió la pena — aseguró con decisión mientras masajeaba su cabecita — ese tonto merecía pagar por lo feo que te trató.

— No puedo creerlo — musitó el pequeño ruso intentando esconder tras su mano libre la divertida sonrisa plasmada en toda la extensión de su cara — es que no... no.

La sonrisa del tiny desapareció al instante.

Horacio había malinterpretado la reacción de Viktor asumiendo que desaprobaba la actitud que había adoptado durante y después de la disputa.

— ¿Estás molesto? — cuestionó preocupado esbozando un puchero de forma inconsciente — prometí que te cuidaría y eso hice.

— No estoy molesto, Hache — le tranquilizó riendo por lo bajo pues aún estaba asimilando lo que acababa de suceder.

Sus palabras parecieron darle sosiego al tiny quien recuperó su sonrisa y besó la punta de su nariz sacándole una sonora risa cómplice a ambos.

— Sabes que Ivanov no va a dejarlo así ¿no?

— Que él y sus amigos  se atrevan a venir con la cara destapada que aquí los estaré esperando para llenarlos de ostias — musitó con el ceño fruncido seguro de cumplir aquella amenaza si se atrevían a volver a molestarles.

Había defendido una vez a Viktor y lo haría las veces que fueran necesarias sin dudarlo.

La estruendosa risa del contrario resonando por los pasillos hizo saltar a su diminuto corazón; sí definitivamente haría cualquier cosa por él porque aún sin conocerlo por completo ya le quería con todo su ser.

— Vamos a la enfermería, маленький герой.

// pequeño héroe //

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Hola hola!
Esta actu iba a ser maaaas larga, pero aún no acabo mi tarea 🤡
Mañana más, espero les guste 💖

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Where stories live. Discover now