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«𝚁𝚎𝚙𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚒𝚛 𝚌𝚊𝚗𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚜𝚎 𝚒𝚗𝚍𝚒𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚊́𝚜 𝚊𝚋𝚊𝚓𝚒𝚝𝚘»
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Los fantasmas del pasado y algunas de sus memorias en ocasiones nos atan a un mismo momento, un mismo lugar; nos impiden avanzar.

Aferrarse indefinidamente a alguien es similar a encerrarse por cuenta propia en una prisión atemporal carente de ilusiones, perecer poco a poco a causa de una abrumadora soledad.

30 de Abril.

En algún lugar del mundo hoy sería el cumpleaños de su pequeño rayo de sol perdido.

En días como este Volkov atestaba de trabajo su monótona rutina para así no pensar en nada más y, aunque la mayor parte del día lo envolvía un aura sombría plagada de irritabilidad, evitaba a toda costa volver al refugio en el que sólo le esperaba una cápsula vacía.

Por su puesto, cuando tal fecha coincidía con su día descanso laboral la situación no era mucho mejor, pues a falta de criminales con los que descargar su contenida frustración, tan sólo ahogaba su culpa en amargos tragos de vodka hasta en algún momento perder la conciencia.

Pasaba ya de medio día y aún vestía pijama, ni siquiera había tomado el desayuno ya que simplemente se obligó a abandonar su sitio para tomar la cápsula que reposaba sobre una mesita cerca de la ventana y llevarla consigo hasta su cama deshecha.

Invadido por la sofocante nostalgia deslizó suavemente las yemas de sus dedos sobre el azulado techo, delineando cada una de las tejas que lo conformaban, permitiéndose vagar a su vez en los opacos recuerdos que aún le quedaban.

Al llegar hasta las bonitas enredaderas repletas de coloridas florecillas que adornaban la fachada casi por inercia llevó su diestra hasta el dije de flor que ahora pendía de su cuello y que mantenía siempre oculto bajo su ropa para evitar que le fuera arrebatado como en antaño.

Finalmente su mirada recayó en el amorímetro que aún brillaba en su máxima capacidad con un fulgurante color rosa, un fehaciente indicio de que su tiny, donde quiera que estuviese, continuaba saludable.

El característico sonido del timbre le arrastró de vuelta a su presente, por lo que no tardó en incorporarse para atender a quien sea que estuviera esperándole al otro lado de su puerta.

Ni bien enfocó nítidamente al segundo comisario de Vespucci el diminuto remolino rubio que acompañaba a este último hizo uso de todas sus fuerzas y le propinó una fuerte patada en el tobillo.

— ¡блять! (mierda) — gritó fúrico — ¿Y eso por qué cojones fue?

— ¡Tú sabes bien por qué, gilipollas! — le reprochó el tiny.

Claramente la versión pequeñita de Mathias Conway ya conocía el sombrío pasado que compartían su hermano menor y el odioso ruso al que detestaba tanto.

Haciendo caso omiso de la singular disputa entre ambos Greco se inclinó para tomarlo entre sus manos y, en un ademán protector, lo apegó a su pecho para resguardarlo dentro del bolsillo de su afelpada chaqueta de mezclilla color verde militar.

— Tranquilo, ruso — murmuró divertido el castaño — Gus sólo está jugando contigo.

— ¡¿Pero cómo quieres que este tranquilo?! Si cada vez que me ve me suelta una ostia — replicó, descontento por la evidente manera de encubrir su hostil postura para con él.

— No te alteres ¿vale? — murmuró divertido por la situación — No hay nada que una disculpa no pueda solucionar ¿cierto, Gus?

— Déjalo — le cortó el adverso, entornando sus azulados orbes con evidente hastío — ciertamente no vale la pena discutir sobre esto.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Where stories live. Discover now