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«𝚁𝚎𝚙𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚎 𝚕𝚊 𝚌𝚊𝚗𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚜𝚎 𝚒𝚗𝚍𝚒𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚊́𝚜 𝚊𝚋𝚊𝚓𝚒𝚝𝚘»
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La peculiar escena que tomó lugar en el salón era digna de una postal.

Horacio yacía sentado en el suelo sobre uno de los mullidos cojines de la estancia con la espalda pegada al sofá, abrazaba un bowl repleto de palomitas y mantenía la mirada perdida en los dibujos animados de la cinta que había elegido su hermano.

El pequeño ruso por su parte descansaba sobre el asiento del sofá justo detrás de él
con ambas manitas enterradas en los rebeldes rizos miel de Horacio los cuales llevaba peinando con dulzura los últimos 20 minutos sin reparar en ello.

Por ratos el pequeño castaño tomaba las palomitas más pequeñas que encontraba y sin mirarle o moverse siquiera las llevaba hasta su diminuta boca siendo inmediatamente engullidas por el tiny casi de forma automática.

Era la primera vez que tiny Volkov veía una película, justo por eso se vio a sí mismo incapaz de apartar por un momento la mirada de la pantalla atento a cada suceso de la trama, pero cuando la protagonista de la cinta miró las estrellas y pidió un deseo no pudo evitar preguntarse a sí mismo si el que él había pedido se cumpliría realmente.

Aún con aquella interrogante dando vueltas en su cabecita se obligó a sí mismo a externar su sentir esperando que su otra mitad le respondiera afirmativamente.

— Horacio — le llamó, achinando aún más si es que se podía un diminuto mechón de su cabello — ¿Tú... crees en los deseos de cumpleaños?

El niño de rizos miel echó la cabeza hacia atrás y una vez que celestes con bicolores se encontraron una vez más le sonrió divertido.

— Pues si — soltó alargando la "i" con una seguridad que hacía parecer ridícula su pregunta.

— ¿De... de verdad se cumplen? — cuestionó aún inconforme con aquella respuesta.

— Hace un año pedí que me pasaran cosas bonitas y me pasaste tú, así que sí, creo en ellos.

El pequeño peliplata exhaló una risa y el color carmín no tardó en adornar sus mejillas, un efecto que se convertiría en algo habitual tanto en él como en su versión más grande siempre que tuviera a Horacio cerca.

— E-es que yo pedí que-

— ¡No! — se apresuró a silenciarle colocando su dedito índice sobre sus finos labios ligeramente rosados — ¡que si me lo cuentas no se cumplirá!

Su toque era tan cálido y el gesto tan espontáneo que permaneció mirándole embobado aún cuando el pequeño de rizos miel había recuperado su postura anterior.

Después de aquel par de preguntas el tiny no volvió a emitir palabra alguna pues teniendo la barriga repleta de pastel y palomitas poco a poco sus ojitos se fueron cerrando hasta caer dormido sobre la coronilla de Horacio cuyo cabello estaba ahora esponjado producto de los mimos repartidos con anterioridad.

— Mira el cabeza pequeña que cómodo está — escuchó susurrar a su hermano además de ahogar una de sus características risas burlonas.

Incapaz de contener la curiosidad por tal comentario reclinó ligeramente la cabeza hacia atrás y le llamó con aquel suave tono que inconscientemente había comenzado a utilizar sólo con él.

— ¿Viktor?

La única respuesta que obtuvo fue un apenas perceptible quejido adormilado que le obligó a sonreír al hacerse consciente de lo que sucedía.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora