Capítulo Treinta y Ocho

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Advertencia: capítulo no muy corto, pero no tan largo, lo que importa es que lo leas sentado.


Capítulo treinta y ocho.

—¿Has conseguido algo? —pregunto sosteniendo un café barato de la maquina dispensadora.

—No, no es tan fácil incluso cuando hay dinero —responde William suspirando y viendo al techo—. Estoy esforzándome mucho, pero ¡Mierda! No es fácil encontrar la manera de dar con él, algún contacto.

Y soy capaz de entenderlo, pero no es fácil reprimir la decepción porque el tiempo corre y cada día me encuentro asustada sobre el mañana mientras veo el cuerpo de mi hijo volverse tan débil que se le hace difícil contener su hermosa alma dentro de el.

Intento ocultar el temblor de mis labios bebiendo del café, pero William se da cuenta y por sobre la mesa me ofrece su mano, no dudo en aceptarla.

Hemos sabido actuar cómo padres, cómo un equipo y en cierta manera siento que en él tengo un amigo, aún pesa muchas cosas del pasado, cosas que no hemos tenido oportunidad de hablar para despejar todo entre nosotros, pero es que esa no es una prioridad.

Aun me duele su ausencia, los momentos perdidos de Arthur con él, pero me siento tan aliviada e incluso feliz de que esté aquí, con él, conmigo que cualquier rencor que podría existir queda resumido y casi enterrado.

William ya carga con sus culpas y dolor, es consciente del tiempo perdido y de cómo necesitamos enfocarnos en el presente.

—Lo seguiré intentando —Le da un apretón a mi mano—. Lo seguiremos intentando y lo lograremos, Leslie. Andrew Wood sabrá de nuestro hijo.

—¿Y si es demasiado tarde?

—Por favor no pierdas la fe, no te canses.

Es que el problema no soy yo, mi agotamiento físico y emocional no importa, mi miedo es que Arthur se cansé porque lucha tanto cada día contra un cuerpo que parece cada vez más frágil.

—Estamos cerca, lo prometo —asegura William y no sé si es honesto, pero decido creerle dándole una suave sonrisa.

—Lo conseguiremos —susurro.

22 de abril, 2016.

Me olvidé del internet, pero el internet no se ha olvidado ni un poco de mí.

—Hay demasiados —susurro mientras veo a los fotógrafos afuera de la residencia.

Lo único que agradezco es que no puedan entrar porque eso se considera invadir propiedad privada y es bueno que no lo hagan porque Eva está muy dispuesta a echarles agua caliente; mi hermana está súper molesta en mi nombre porque ha tenido que leer muchas barbaridades de mí y mi embarazo no confirmado.

No puedo evitar llevarme protectoramente la mano al vientre recordando los crueles mensajes y también ante el miedo latente de salir de lo que ha sido mi refugio los último días, es aterrador ver la manera en la que los fotógrafos se reúnen con grandes cámaras y un destello tras otro. Me abruma y Andrew lo nota porque se quita la gorra negra que traía puesta y la pone sobre mi cabeza dándome una sonrisa leve.

—Lo siento, amor.

—No es tu culpa ni de tu mamá —agrego esto último.

Suspira y me bajo más la visera de la gorra mientras los flashes llueven junto a preguntas a gritos, algunas son francamente desagradables y tan desubicadas que tengo un pequeño estremecimiento. Andrew tiene que conducir el auto con lentitud porque podría llevarse a alguien por el medio si no tiene cuidado.

La inspiración de Andrew  (BG.5 libro #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora