Capítulo Cuarenta y Cuatro

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Capítulo cuarenta y cuatro.

Apretados en su cama de hospital, Arthur y yo nos vemos fijamente, acostados de costados y con grandes sonrisas, creo que ninguno de los dos supera el día mágico que él tuvo hoy. Incluso William tuvo que salir de la habitación hace unas horas para llorar de la emoción al ver a Arthur tan entusiasmado en tanto le contaba la gran visita de Andrew Wood y cuando le dije que William había sido parte de la sorpresa, nuestro hijo había dicho un "te amo tanto, Will, que bueno que viniste a mi vida" y entonces fui quien salió para llorar un poco más.

Fue un día muy emotivo y especial uno que siempre voy a recordar y por el que estaré agradecida eternamente con Andrew Wood, le dio a mi bebé el tipo de día que hace mucho no tenía.

—¿Qué piensas de Andrew? —Me pregunta en un susurro.

—Que es encantador, dulce, divertido y un ángel ¿Qué piensas de Andrew?

—Qué es mejor, mami, mucho mejor —Su mano va a mi mejilla—. Fue un día perfecto.

—¿Lo fue?

—Lo fue, cuándo descanse cómo mis otros amigos ¿Lo recordaré?

No sé qué responder, el nudo en la garganta no me lo permite.

—Bueno, mejor recuérdalo tú por los dos —Me sonríe ampliamente.

»¿Ahora me crees? Andrew es el hombre.

—Lo es, cariño, lo es.


Hace aproximadamente cuatro horas el detective se llevó la grabación de seguridad de la residencia, tuve que dar declaraciones que me hicieron repetir por al menos tres veces. Max vino acompañado de cuatro personas de seguridad de alguna compañía que estarían custodiando el lugar durante los próximos días y una patrulla policial también se encuentra calle abajo por lo menos por la próxima semana.

Toda la situación me pone tensa y nerviosa, viendo detalladamente la imagen congelada pude asociarlo con el hombre del supermercado con la foto de Ally, solo que está tan cambiado y va más allá de la barba y el color del cabello, su mirada es mucho más angustiante que es lo que preocupa a todos: hasta dónde puede llevarlo esa desesperación.

Pero lo que sin duda ha sido más duro, es explicarles a los padres de Andrew lo que vi, las palabras intercambiadas incluso si en ellas no hay demasiado. Me hicieron repetirlo una y otra vez, el señor Wood no dejaba de pedirme detalles que no podía precisar, cómo la exactitud de su mirada, qué vestía, sus pausas, lenguaje corporal, estaba desesperado por información, por algo que los llevara al asesino de su hija y fue más que un poco impotente no darle todo lo que pedía, eso más mis hormonas me hicieron romper a llorar y él se disculpó llorando también, diciendo que todo lo estaba haciendo mal, lo que llevó a una crisis que Andrew ayudó a calmar en tanto su mamá me abrazaba y me decía que todo estaría bien y que hice todo lo que pude.

—Nada de esto es tu culpa, de hecho lamento que te toparas con él y agradezco que estés bien—Me besa la frente, abrazándome—. Las autoridades darán con él, tarde o temprano y se hará justicia.

»Evan entiende y sabe que no es tu culpa, que estás ayudando mucho con tu declaración al igual que tu hermana, es solo que esto lo afecta muchísimo y tú debes entenderle mejor que cualquiera.

—Lo sé, señora Wood, lo sé.

—Llámame Alana, cariño, tú básicamente eres una señora Wood incluso si tu apellido sigue siendo Anderson. Además, ahora somos familia.

La inspiración de Andrew  (BG.5 libro #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora