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Yoongi pensó que tendría que esperar al menos unos días para que Jimin se deshiciera al fin de Jihoon, pero se sorprendió al recibir su llamado la tarde del sábado, avisando que iría a su casa

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Yoongi pensó que tendría que esperar al menos unos días para que Jimin se deshiciera al fin de Jihoon, pero se sorprendió al recibir su llamado la tarde del sábado, avisando que iría a su casa.

Lo atendió en pijamas unos minutos después, con una taza de té en las manos.

—Hey, pasa —fue todo lo que dijo haciéndose a un lado.

El menor se adentró sin prisas, mientras Yoongi cerraba la puerta él se fijó en los alrededores, al parecer estaban solos. Por eso, ni bien el peligris volteó lo tomó de la nuca para besarlo.

Fue breve, pero deseoso. Yoongi apenas si logró corresponder el poco tiempo que duró, antes de que Jimin se separa y volteara a seguir deambulando por su casa, como si fuese la primera vez que venía.

—¿Y eso por qué? —indagó mientras seguía sus movimientos.

El rubio se encogió de hombros— Te extrañaba —se excusó antes de finalmente sentarse en una de las sillas del comedor.

Yoongi lo analizó con la mirada, estaba actuando demasiado raro y estaba seguro de que Jimin también sabía que Yoongi ya lo había notado. En ese caso solo le restaba esperar que hablase por su cuenta.

Suspiró antes de tomar un sorbo de su taza y luego sentarse frente a él en la mesa.

—¿Cómo estás? —trató.

—Bien —contestó en un tono neutro, tal vez demasiado falso, que no denotaba preocupaciones—. ¿Y tú?

—También, supongo... —contestó sincero.

—Genial —él ni siquiera lo estaba mirando, aun así era consciente de los ojos del mayor clavados en él.

Yoongi levantó sus cejas con extrañeza, no tenía idea de lo que sucedía pero esperaba que pudiesen aclararlo pronto.

Se quedaron en total silencio mientras el de cabellos grises terminaba su bebida, de por sí él era bastante callado y Jimin no decía nada, sólo miraba las fotografías de la pared y escuchaba el viejo reloj de la pared.

Pasaron varios minutos de la misma forma hasta que el mayor se levantó para lavar su taza, luego volvió hasta él, subiendo una mano para acariciar los cabellos de su nuca mientras seguía sentado.

—Vamos a mi habitación —sugirió.

—Vale —Jimin se levantó y lo siguió escaleras arriba.

Una vez ambos hubiesen entrado y cerrado la puerta, Yoongi lo vio sentarse en el borde de la cama y lo acompañó a su lado.

—Bien, ¿Qué pasó? —indagó, ya era el momento de hablar con claridad.

—Terminé con él —fue como empezó, asintiendo—. Ya está todo en orden.

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