Capítulo 1: El chiquillo del fango

568 46 11
                                    


Yin Yu, joven cultivador de su secta, se unió desde niño, orgulloso de escalar entre los discípulos para convertirse en el principal y más respetado. Sin duda sentía un orgullo inmenso de sí mismo, algo que proyectaba en su cara radiante, ojos brillosos y sonrisa perfecta. La envidia secreta -y no tan secreta- de algunos, la perdición de otros e incluso, el amor de unos pocos.

Cómo no sentir la perfección de aquel cultivador habilidoso quien hasta su maestro lo veía como un posible candidato a ascender a los cielos como dios marcial, estaba en la gloria.

Ni él mismo lo dudaba, no lo admitía por mera humildad, sin embargo en su interior estaba seguro de que sería considerado para ser un dios.

Se encontraba entrenando pulcramente fuera de la secta, semi aislado del resto del grupo para dominar unas técnicas que el maestro le había enseñado sólo a él para luego ofrecerlas a su grupo a cargo. De pronto sintió un gran revoltijo entre sus discípulos. Alaridos, rabietas, golpetazos, gritos.

Interrumpió de golpe para ir lo más rápido posible, pensando que pudiese tratarse de un peligro mayor. Preocupado se coló entre la multitud que se formó pasandose mil historias en su cabeza sobre fantasmas y bestias peligrosas, no cualquiera alteraría a sus bien entrenados shidis.

Corrió para descubrir que su gran amenaza era un chiquillo un poco menor que él, quien desafiante lanzaba bolas de barro a los demás.

Los shidis le informaron de manera desordenada que el niño les había desafiado a todos a una pelea, lanzando rocas y barro al azar, haciendo colmar la paciencia que la secta les había inculcado, llegando a seguirle el juego y pelear.

Un desconcertado Yin Yu se dirigió hacia el chico

-Niñito, ¿por qué eres tan travieso? ¿Por qué golpeaste a los cultivadores de nuestro templo?- ¡y Paff! una gran bola de barro llegó a su radiante cara.

-¡Ven por mi!- gritó el niño haciendo una postura de ataque.

El pelinegro observó detenidamente aquella postura familiar

-Esa postura es de nuestra secta ¿quién te la enseñó?

El niño insistió

-¡Ven por mi!

Mientras Yin Yu intentaba razonar con el chico, éste saltaba como mono de un lado a otro lanzándole barro una y otra vez

-¡Deja de pegarme! ¡DIJE, DEJA DE PEGARME! ¡NI SIQUIERA TE HE PEGADO! ¡¿REALMENTE TE GUSTA PELEAR TANTO?!

-Me gusta. -respondió el niño con seguridad, parando en seco su ataque.

 -respondió el niño con seguridad, parando en seco su ataque

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yin Yu parpadeó y luego se echó a reír. Pero no se rió por mucho tiempo antes de que otra bola de barro salpicara en su cara, y rápidamente gritó: — ¡Hey! Dije que dejes de pegarme... ¡Escúchame! ¿Qué tal si... quieres entrar a nuestra secta y aprender a pelear?

Cuando estábamos en la secta (Yin Yu x Quan Yizhen - QuanYin - Tian Guan Ci fu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora