Yin Yu era el discípulo principal de su secta, no cualquiera, sino la más prestigiosa del sector oeste. Había escalado de rango con gran esfuerzo y dedicación.
Un día, se encontró a sus discípulos discutiendo entre ellos y peleando con un chiquillo...
Y llegó el gran día. El día en que Yin Yu sería oficialmente maestro dentro de la secta. Nada podría salir mal.
El día transcurrió normal. No hubo novedades de la cual hacerse cargo, además deseaba tanto llegar a la hora del día donde se podría arreglar, que no prestó atención a nada más.
Terminó sus clases, fue a su habitación a prepararse. El banquete iba a ser en un par de horas más. Había varios ayudantes y shidis haciendo los preparativos, poniendo la mesa, bailarinas practicando el show en habitaciones privadas, cocineros haciendo su trabajo. Todos habían sido contratados para ese momento.
Yin Yu sabía que la petición del banquete la había hecho su "hermano menor" pero los maestros le habían dado otra perspectiva al respecto. Ahora se sentía feliz porque era para él en verdad.
Acomodó en una mesita lo que se pondría hoy, seleccionado cuidadosamente hasta el último adorno.
Tocaron a la puerta.
-Disculpe, ¡traemos la bañera!
-Claro, pasen.
Dejaron todo en un lugar de la habitación, conjunto a unas toallas y botellas con jabones y perfumes.
Yin Yu se desvistió y se hundió en el agua, necesitaba estar pulcro de pies a cabeza.
"Este es el mejor día de mi vida, realmente no puedo creerlo. Es algo que de verdad esperaba hace muchísimo tiempo...¡Nada podría arruinarlo!" Pensó mientras veía algunas burbujas a su alrededor.
Sacó su cabeza de la bañera con la más brillante sonrisa, abrió los ojos para buscar el shampoo y vio unos grandes ojos con frondosas cejas observándolo curioso. Tres mechones de pelo rizado caían.
-Hola shixiong- Era Quan Yizhen quien se había apoyado en el borde de la bañera hincado.
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El pelinegro procesó menos de 3 segundos para pegar un gran grito.
-¡AAAAAAAAAH!
La sorpresa había sido tal que se empezó a balancear dentro de la bañera, botando gran parte de la tibia agua, mojando a su shidi de paso.
A pesar de los movimientos Yizhen seguía ahí hincado en el borde como si nada, con el semblante serio. No dijo una palabra.
-¡Qué haces acá! ¿No ves que me estoy bañando?- regañó Yin Yu.
-Es la hora de mi clase de escritura.
-Yizhen, por los dioses, hoy hay un banquete...¡que tú pediste!, pensé que entendías que hoy no habría clases.
-¿Por qué no?
-...Porque...
-Yin Yu llegué tan rápido como pude ¡Qué ha...! ...¿eh?- Era Jian Yu que había corrido hasta la habitación de su amigo por el grito que había pegado- ¿Qué...qué está pasando acá?
