Yin Yu era el discípulo principal de su secta, no cualquiera, sino la más prestigiosa del sector oeste. Había escalado de rango con gran esfuerzo y dedicación.
Un día, se encontró a sus discípulos discutiendo entre ellos y peleando con un chiquillo...
Y ahí estaba sirviendo a un rey demonio a cambio de calmar el alma de Jian Yu y provocar una tragedia.
¿Era lo que él deseaba? No
¿Era digno de sentir honor al respecto? No
Pero Hua Cheng era muy amable con él, era bromista y lo mandaba a hacer varias cosas que lo hacían sentir incómodo, pero jamás fue mala persona. De alguna manera se sentía respetado.
Cumplió sus tareas al pie de la letra. Todo lo que Hua Cheng deseaba, era lo que Yin Yu cumplía.
Pocas veces entabló conversaciones con él. El rey demonio quería indagar pero Yin Yu se sentía tan muerto por dentro que no era capaz de llevar conversaciones largas sobre su vida sin tener ganas inmensas de morir.
Solo se preocupó de una cosa: Esconderse de Yizhen y cualquier dios de la corte celestial. Por ello buscó uno de los tesoros que su "jefe" tenía ahí casi botado, lo pidió con mucha amabilidad, una máscara de demonio que le venía como anillo al dedo. Se cubrió para que jamás volvieran a ver aquel rostro que alguna vez fue jovial y radiante.
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Solo se la quitaba para respirar tranquilo de vez en cuando y casi siempre cuando sabía que nadie lo estaba mirando.
Muchos demonios de la ciudad fantasma sentían curiosidad al respecto, pero por respeto a su superior jamás se atrevieron a preguntar directamente cómo era aquel joven que era ahora el mensajero oficial y chico de los mandados.
No se volvió a topar con Yizhen, eso lo aliviaba y también lo hacía preguntarse qué tan importante era para el joven, si al final no lo había buscado por mucho tiempo.
De todas maneras no había caso con preguntarse aquello. Solo se dejó llevar, siguió su trabajo y cumplió todo lo que fue solicitado por raro o estúpido que le pareciera. Jamás chistó, jamás reclamó. Era su único refugio y no quería perderlo.
Se sentía tan mal que ni siquiera barajó la posibilidad de cultivarse para volver a los cielos de la vergüenza que esto le causaba. Definitivamente no se quería topar con sus antiguos compañeros.
***
Lamentablemente sí se topó con sus compañeros. Y no con uno, sino que con todos.
Desde que el príncipe heredero de Xian Le, Xie Lian volvió a ser ascendido, Hua Cheng tenía cada vez más peticiones extrañas, lo cual hizo que Yin Yu se reencontrara con viejos conocidos. Rogó internamente para que jamás vieran su rostro.
Mala suerte la de él que sí, fue visto.
Ling Wen al notarlo le comunicó que Yizhen sí lo buscó por años y que incluso no había parado de buscarlo.
Yin Yu sólo pudo decirse así mismo "¡Y a mi qué me importa!", sin embargo tales palabras no iban a salir de su boca. Solo se limitó a suspirar.
