Capítulo 13 "Mi alivio y mi tormento"

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La relación con Nayeon había cambiado un poco últimamente. Desde aquel día en que sinceraron su sentir, Mina podría decir que Nayeon y ella ahora se entendían mejor, como si hubieran encontrado el problema de todo. Claro, no aclarar las cosas desde un inicio fue un error que se debió haber evitado, pero ¿Cómo hacerlo en primer lugar si estaba tan afectada al respecto? Gracias a ello, pudo darse cuenta que no fue la única afectada, y sobre todo, que los daños eran tan similares. 

Nayeon perdió tanto como ella, y en base a ese pensamiento se preguntaba ¿Por qué la mayor podía sonreírle tan amablemente? Nada había cambiado respecto a ella. Esa sonrisa, ese entusiasmo, todo eso le seguía perteneciendo a la misma Nayeon de siempre y era hermoso.

Por otra parte, había transcurrido seis meses desde que ella y Chaeyoung se alejaron. Su estado de ánimo no era el mejor, a decir verdad, se encontraba con la joven artista en su mente la mayor parte del tiempo. Mentiría si dijera que no quería verla, saber cómo estaba… tan siquiera saber si era feliz; la noche antes de volver al trabajo, se recostó y observó el mismo vacío de todas las noches, desde que ella se fue, la invadió. Mirando el techo por un largo tiempo sin poder conciliar el sueño, pensando en la menor, en su sonrisa, en su energía, el cómo tomaba su mano atemorizada en noches estruendosas con lluvia.

Finalmente se giró mirando el espacio vacío en aquella extensa cama; jamás le pareció tan extensa, tan fría…

-Si tan solo pudiera acariciarte una vez más, si tan solo pudiera decirte una última vez que te amo…- susurro mirando el espacio vacío para después, con su mano más cercana acariciar el sitio. Tan frío como lo imaginó, como desde el día en que ella la abandonó. -Chaeyoung…- su nombre se escapó de sus labios, arrastrado por el aire que respiraba en un silencio melancólico.

-Te extraño…- 

Aquella noche, como todas las noches, desde que Chaeyoung se fue, sus sueños le pertenecieron también a la artista rubia. Recordando los buenos momentos, los alegres, aquellos en los que ambas reían juntas, otros más dónde incluso su hija estaba ahí con ellas. Dejando que su poderoso deseo de ver a la coreana menor fuera mitigado, aunque sea en sus sueños. 

A veces tenía miedo de ir a dormir, porque sabía que ahí estaría Chaeyoung esperándola, en sus memorias, en sus sueños constantes y con ellos venía una dolorosa melancolía que se negaba a soltar.

Cuando las luces se apagaban, era el momento en que sería traicionada por sus propios recuerdos. Estaba agotada.

Solo esperaba que cada nuevo amanecer, todo fuera un poco mejor.

.

Aquella mañana se levantó a preparar el desayuno de Tzuyu y a dejarla en la escuela. La pequeña taiwanesa también había tenido tiempos dificiles difícil, después de todo se vio abandonada por la persona que más admiraba, sin embargo, Mina se esforzaría el doble por que Tzuyu siguiera sintiéndose respaldada y amada.

-Todo está bien ¿De acuerdo? Si necesitas algo, no dudes en llamarme, vendré tan pronto como pueda- Mina le decía a la pequeña de 12 años que simplemente le dedico una dulce sonrisa a la pelinegra y se acercó a besar su mejilla.

-Está bien mamá, cuento contigo- finalizaba la menor. Sabía que Mina estaba sufriendo, ella misma lo estaba, pero se esforzaría porque sus notas y su desempeño en la escuela pudieran hacer feliz a Mina, aunque sea un poco, era todo lo que podía hacer en ese momento. -Te quiero…- se despedía con la mano antes de ingresar al colegio, dejando atrás a Mina, quien, al perder de vista a la menor, encendió de vuelta su auto y se dispuso a volver a casa para prepararse.

Cuando volvió a casa tomo un baño y finalmente se dirigió a la oficina.

Al estar ahí sintió tranquilidad, amaba su trabajo y extrañó a su mejor amiga también. Respiró hondo y se adentró a la estación de policía, lugar donde trabajaba.

Quédate a su ladoWhere stories live. Discover now