-Capítulo 2-

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—Buenos días—saludo Malia entrando en la casa de su amigo—. ¿Ya estás listo?

—Casi, debo despertar a mi abuelo primero y ponerme los zapatos.

Mientras Sinan le hablaba una y otra vez a su abuelo Malia esperaba paciente a su amigo, pero esa paciencia se transformó en preocupación cuando el abuelo de Sinan no despertó, ni siquiera se movió cuando él lo tocó.

—Sinan... —dijo Malia acercándose a su amigo, preocupada, mientras él caminaba a la terraza de la casa—. Sinan, háblame.

Su amigo estiro su camisa, viendo nuevamente al interior de la casa donde su abuelo ya hacía muerto. Él no respondió, solo se sentó en el alféizar de la ventana y comenzó a llorar. Malia sabía que no debía decirle nada, no era el momento adecuado, así que solo paso un brazo por sus hombros y lo abrazo.

Era doloroso para ella ver a su amigo sufrir, había perdido a su abuelo, al último y único familiar que lo quería.








Después de que Sinan llamara a sus padres para avisarle sobre la muerte de su abuelo, Malia se fue, aunque ella quería quedarse a su lado él no lo permitió, debía ir a la escuela, así que Malia se fue con la promesa de que regresaría después de clases para verlo.

—Hola, se me hizo algo tarde—hablo la chica llegando hasta donde sus amigos.

—Ya vemos—respondió su hermana—. ¿Porqué llegaste hasta ahorita?, saliste antes de casa.

—Tenía algunas cosas que hacer.

Mientras que Necdet hablaba ante los alumnos con orgullo de tener al director regional en la escuela una Isik  muy enojada subía la escaleras con una cubeta de pintura en mano, se había enterado de la verdad, de ese asqueroso trato que Necdet había obligado a sus amigos a aceptar.

—Bienvenido. Es un honor tenerlo aquí, señor director.

Eda golpeó a su hermana y novio, Malia repitió la acción con Osman, al ver a Isik en la ventana frontera del edificio. Y cuando menos lo esperaron la rubia ya había lanzado una cubeta llena de pintura roja al aire, hacia Necdet. Todo fue tan rápido, tan preciso, tan sorprendente.

—¿Quién está allá arriba?—preguntó Necdet embarrado de pintura.

Isik, tras dar un grito, exclamó: —¡Vete a la mierda!

Y las cosas a partir de eso empeoraron, demasiado. Por lo que habían luchado, por lo que habían doblado su orgullo: Isik, estaba expulsada.

Hacia unos meses que Necdet los había llamado a Osman, Kerem, Eda, Sinan y Malia, proponiéndoles un horrible trato.
Ellos volverían a la escuela y no serían expulsados, pero tendrían que acatar cada orden que les daría el director, si los rebeldes fallaban Isik sería expulsada, si hacían algo mal Isik sería expulsada, esa pequeña chica, que era mucho más fuerte de lo que parecía, mucho más inteligente y con un gran futuro por delate, era su debilidad. Y el maldito de Necdet lo sabía.

Pero, ahora, Isik había sido expulsada, el trato estaba incompleto, roto, había un fallo en el sistema.

Necdet miro a los chicos a través de la ventana y repitió el mismo gesto que había hecho hacía unos meses, el cual los unió, el que lo empezó todo.

Rebeldía/ Love 101.Where stories live. Discover now